lunes, 31 de octubre de 2016

Nerede Ayasofya? (¿Dónde queda Santa Sofía?)

Uno siempre tiene tiempo para escribir. Porque no existe esa noción de que estás ocupado las 24 horas del día. Sin embargo, hay momentos en donde lo último que tenés ganas de hacer en tu escasísimo tiempo libre (que a medida que te aproximás a los 30 es cada vez menos, dependiendo de ciertas decisiones de vida que vayas tomando) es sentarte a escribir, una actividad que demanda cierto nivel de concentración, además de tiempo. Y me pasó que en estos últimos meses no tenía ganas de escribir. Entre nos, tampoco sé si quiero hacerlo ahora, pero tampoco se puede tardar tanto en contar una historia (inserte aquí referencia a George R.R. Martin y su redacción parsimoniosa a la hora de terminar sus libros). 

También puede tener que ver la falta de fotos de alguna forma no te empuje a narrar lo acontecido. Es más difícil contar una historia sobre un lugar sin las imágenes que te ayuden –y yo no escribo tan bien ni soy tan preciso en mis relatos tampoco, ni pretendo serlo-.

Además, en Estambul entre que escribí el capítulo anterior y este, hubo un par de pequeños eventos, como un golpe de Estado, o autogolpe, vaya uno a saber bien que fue lo que ocurrió. Turquía es un lugar donde uno aprende a desconfiar de la información que a uno le dan hasta que no la ve prima facie. Como vimos en la última entrada, la historia es muy fácil de manipular, sobre todo con las vicisitudes propias del idioma, aunque el turco para hablar de una forma básica es un idioma muy sencillo, economiza muchos recursos al igual que el inglés. En muy poco tiempo podía hacer preguntas medio cavernícolas del tipo “Donde queda Santa Sofía?” y recibir respuestas simples y claras a las mismas.

Volvamos la acción al hostel. Es el día después de los enfrentamientos con la Policía. Nos levantamos temprano con Paloma y nos pusimos al día. Me contó de cómo había sido su experiencia en Europa, mientras yo le conté de mis días en Tel Aviv y las expectativas que tenía para China.  East meets West. Que en el día de ayer hubiese habido el tamaño quilombo que hubo en Plaza Taksim hizo que yo le tomase la mano rápido a la geografía del barrio y a su movilidad. Ergo, aprovechamos para cruzar el puente de Galata, que conecta Taksim con el barrio histórico de Fatih y Sultanhamet, donde esperaban la Mesquita Azul o de Sultanhamet (que ojo, no es la que se ve en la famosa panorámica de Estambul, esa es la mesquita de Suleymaniye y está cerca del puente) y Santa Sofía. 

Apenas cruzas el puente llegás a Eminonu, el famoso mercado de las especias. No es el gran bazar de Fatih, ojo, sino uno mucho más pequeño pero más disfrutable que el Gran Bazar, en mi opinión. En este último  ni los precios ni los productos ofrecidos son maravillosos. Más allá de la práctica institucional divertida que supone el regateo, los negocios que están afuera del Gran Bazar tienen precios más accesibles y también facilitan la posibilidad de pagar menos, si bien hay que tener cuidado con las famosas “trampas para turistas” (especialmente cuando te ofrecen un té de manzana, que es muy rico, pero estate seguro que te van a tratar de vender algo a un precio que no lo vale) . Lo que sí, vale la pena dedicarle un tiempo para conocer su arquitectura e ir a sacar fotos a los negocios de lámparas. En Eminonu, el contacto también se hace por los ojos pero especialmente por los sentidos del gusto y el olfato. Vale la pena desviarse, estar un rato, degustar cosas ricas y comprar algo si creen que lo vale (El Turkish Delight es un asco, ni se calienten igual) de camino a Sultanhamet.

Entre la Mesquita y Santa Sofía hay una plaza que las separa, menos de 200 metros. Si bien es una estructura impresionante, la Mesquita no es tan Azul como parece, y por dentro no tiene grandes ornamentos arquitectónicos ni arabescos. Estuvimos unos diez, quince minutos ahí, y si bien me gustó, no me había impresionado. Santa Sofía (conocida como Ayasofya) es con entrada paga y además ofrecen audioguías por separado, aunque nunca fui muy fanático de usarlas. Tuvimos suerte que estaba abierta ese día, creo que los Lunes cierra mientras que los Martes es el palacio de Topkapi el que no abre, pero no estoy seguro si era exactamente así.

Sin demasiados pruritos puedo decir que Santa Sofía es uno de los lugares más increíbles y espectaculares que vi en mi vida. La ex iglesia y ex mesquita me retrotrajo a una sensación donde podías ver a través de un edificio 1500 años de historia. Veías a los bizantinos, veías a los cruzados, veías a los otomanos, veías a los turcos…Jesucristo, Justiniano, Alá, Ataturk, la caída de Constantinopla, todo. Santa Sofía fue una iglesia en ortodoxa desde su construcción cerca del año 537 por el emperador Justiniano, pasó a ser una catedral Romana durante el Siglo XIII por los cruzados, para volver a ser una iglesia ortodoxa después . Finalmente, en 1453 Mehmet II derrotó a Constantino XI, el último de los Palaiologos. Este hecho supuso la caída del Imperio Bizantino. Los Otomanos, en lugar de destruir el edificio, lo adecuaron para que fuese una mesquita aprovechando su tamaño y opulencia. Entonces los frescos en lugar de ser destruidos, por ejemplo, fueron tapados por otras formas o estructuras. Se agregaron minaretes, mimbares y otras estructuras del Islam. Ataturk, en el siglo XX, en su proyecto de secularizar Turquía (en parte ese es el conflicto con el Islam que tienen ahora ahí: una tensión entre los laicos y los pro Islam: Turquía es un país árabe, étnicamente hablando pero no islámico desde un punto de vista institucional-religioso) convirtió a Santa Sofía en un museo, ni cristiano, ni musulmán. Era un edificio con un aura tan propia e imponente en donde sentías que la historia misma quería decirte algo a través de sus frescos, sus columnas, sus inscripciones, el domo gigante, el pináculo de la arquitectura bizantina con minaretes espectaculares. A veces sentís una conexión con ciertos lugares más que con otros. Pasa. Con Santa Sofía 1500 años me cayeron por la cabeza con un par de miradas nomás.

The One and Only (?).  La foto es de Johnsnotes.com


Después fuimos a comer en un restaurant por ahí, cerca de la zona. Seguía pareciendo barato (aunque no tanto como comer en la calle, claro está).

Otro lugar que está cerca de Santa Sofía es la Basílica Cisterna, con sus columnas bajo el agua y la estatua de Medusa. Al ser una construcción principalmente subterránea su entrada prácticamente es invisible para quienes no prestan atención o han oído hablar de la existencia del lugar. La rompe. Si pueden, veánla.

La Basílica Cisterna, cortesía del sitio HoleIntheDonut.com

También hay que destacar El Palacio de Topkapi, que si bien cierra los martes (creo) está por Sultanhamet y si bien no es Santa Sofía, es un lugar que bien vale la pena visitar y tiene un montón de cosas muy lindas para ver.  Dentro de la instalación, pero con entrada aparte, está el Harén, que si bien no es imprescindible...bueno, cuando sos turista, tenés tiempo y la plata...nunca está de más. 


El día estaba horrible, como todos los que nos tocaron en Estambul (22-26 de Febrero, pleno invierno), pero aun así nos animamos a andar por un barco y conocer el Bósforo y el Cuerno Dorado. El paseo estaba a un precio bastante razonable (30 liras) y recorrimos los lugares que habíamos visto al pasar. Cuando subimos al barco la fauna local se hizo presente: aguavivas por doquier decían presente en el Bósforo mientras que las gaviotas dominaban el cielo gris de la ciudad. El frío se sentía en los huesos y más, pero bien valió la experiencia.

En la noche, en el hostel, conocimos a tres personajes. Dos son Ricardo e Inés, un par de fotógrafos portugueses (yo puedo mantener una conversación en portugués con alguien, pero es posta eso que dicen que entender una conversación en el portugués de Portugal es casi imposible, parece rumano cuando hablan). No debían tener más de 25 años y tenían pensado quedarse de intercambio seis meses en Estambul, por lo cual estaban de tránsito en el hostel buscando conseguir un departamento donde vivir de manera menos itinerante.

¿La otra persona? Saool Amer, Saudí, demente y aspirante a músico. Su viejo era profesor en una universidad, creo, enseñaba algo relativo al Islam. Él había estudiado piano y ahora estaba tratando de hacerse un lugar en el mundo de la música, filmando y editando sus propios videos. Ciertamente el no parecía hijo de un profesor del Corán. 

Muy entusiasmado nos mostró su video para ver que opinábamos de el. En un principio me pareció muy bizarro, sobre todo por sus manierismos a la hora de actuar frente a la cámara, cual Colin Hay (de Men at Work). Ricardo optó por hacer unas críticas más técnicas, iluminación, cámara, etc. Con el tiempo me di cuenta que en verdad a mi me gustó, que querés que te diga. El tipo tenía una cosa medio industrial ciertamente divertida. Y la pasión y el entusiasmo que Saool tenía por lo que había hecho era impagable de ver.  A la fecha no tiene muchos más videos, lo cual me parece una lástima. Ojalá que el ande bien y siga dando rienda suelta a su locura. 



Better call Saool (?)


Después de eso salimos un rato a medianoche a patear Istiklal, en el frío bosfórico junto a nuestros nuevos amigos lusos. Ricardo me contó que estaban en Turquía porque en Portugal las cosas no estaban tan bien, y que Europa no era una panacea ni mucho menos para el futuro venidero. La inacción política ante los aumentos de precios, el empeoramiento de las condiciones de vida y las crecientes desigualdades sociales los hicieron alejarse de su país, optando por un destino exótico como Turquía, en principio provisoriamente, pero sin ganas de volver a la madre patria así que quien sabe donde irían a parar después. 
Mientras Paloma hablaba con Inés, el me contaba que es fácil notar la presencia policial en Estambul y la vigilancia del Estado turco, de la mano de Erdogan. Sobre todo días después de la batalla campal que hubo en Taksim. El decía que muchos de los vendedores ambulantes en realidad son policías de civil, porque, después de todo, ¿qué clase de vendedor ambulante tiene su puesto de ostras abierto a la 1 am?. Creer o reventar, pero el ciertamente tenía un punto a su favor. No solamente los vendedores de ostras, también el test del ojo hacía ver que había varios individuos corpulentos por Istiklal a la medianoche, la mayoría de ellos realizando trayectos cortos o incluso quietos. 

Pensé que en un post me iba a alcanzar para describir toda Turquía. Me equivoqué, me queda uno más. Espero no tardar tanto la próxima. 



Mi foto con el Diego (?), una de las pocas que sobrevivió








viernes, 18 de marzo de 2016

La Batalla de Taksim

Ahora vamos a alterar el orden cronológico y espacial de los hechos. Nos vamos a retrotraer a la mañana del 22 de Febrero del 2014. Me despierto en Tel Aviv, en la casa donde vivían Julia y Gidi y con suma amabilidad habían decidido recibirme. Ya habrá tiempo para explayarme sobre mi breve pero muy alegre estadía con ellos y hacerles justicia por su hospitalidad (en un futuro post que supondrá un nuevo salto temporal al pasado. Perdón Cronos por abusar de tu gentileza).

Nueve de la mañana y llega el turno de despedirme de ellos para tomarme un taxi hasta el aeropuerto de Ben Gurion, un aeropuerto que cuenta con escaso acceso por la vía del transporte público y además el viajar un sábado (comprendido en el Shabat) lo hace más complicado aún, porque la ciudad funciona a media máquina, y la mayoría de los negocios abre o cierra según la religiosidad o conveniencia de quienes lo regentean. Pese a que esto supondría menos tránsito y más facilidad para desplazarse, no es el caso: el transporte también se vuelve poco confiable un sábado porque o no funciona o lo hace con horarios restringidos, ergo no tenés muchas alternativas. Julia me comentó que existían los sherut, “taxis compartidos” o minibuses, pero no entendí muy bien cómo funcionaba el sistema...en definitiva la alternativa más fácil termina siendo un taxi, pese a mi animosidad para con ellos. También es sabido que el aeropuerto de Ben Gurion es conocido por sus protocolos estrictos de seguridad. Muchas preguntas, mucha revisión y es posible que esta sea reiteradas ocasiones. Obviamente decir que no tenés un amigo terrorista o una bomba. Y en caso de tenerlo, que no se note. 

La aerolínea? Pegasus, el low cost que opera la ruta entre Estambul y Tel Aviv. A la hora de las instrucciones de vuelo, pasaron un video bizarrísimo de flight safety. Buscando el link para adjuntar al post, resulta que esto de los videos extravaganttes es una práctica que Pegasus ha repetido a lo largo de la historia, y mi vuelo no era la excepción. Para colmo, el avión parecía tener flaps de papel y dar la impresión de destartalarse en cualquier momento. Estoy segurísimo que no tenía filanges (?).

Pero por suerte nada grave ocurrió y cerca de las 2 de la tarde estaba en Sabiha Gokcen, el aeropuerto del lado asiático de Estambul y donde, esperablemente, operaban los low cost. Sabiha saltó a la fama hace relativamente poco porque un avión de, precisamente, Pegasus Airlines, tuvo la brillante idea de explotar  a raíz de algo que al día de hoy no se sabe, pero se presume una bomba. 

http://inflightsafetyvideos.com/pegasus-airlines-boeing-737-800-in-flight-safety-video-2015/
Acá está el video de Pegasus


Desde Sabiha Gokcen tenés el Havatas, el bondi exprés que te lleva del aeropuerto a plaza Taksim. 13 liras la tarifa. Después de una hora y monedas de ver el Bósforo y el Cuerno Dorado desde el colectivo, llego la hora de decir para mis adentros “mamá, llegué a la ciudad donde vivieron mis abuelos” (porque si bien pasaron varios años ahí, eran oriundos de Esmirna).

La Plaza de Taksim es enorme, y me costó un tiempo orientarme y llegar a la avenida Istiklal (Independencia), que vendría a ser un equivalente de la calle Florida. Miles de negocios, entremezclados con calles que iban en círculo y no parecían seguir un patrón geométrico discernible. Pero lo que más me llamó la atención de esta primera aproximación a Estambul fue la estrambótica cantidad de policías en la calle. Había llegado en un día especial.

Avenida Istiklal. Fuente: Wikipedia



Desembarco en el hostel, sito cerca de los baños turcos (los Hamami) del Galatasaray, sobre la calle Turnacibasi (Turnacibasi Caddesi para más precisiones). De hecho, el mismo albergue consistía en un baño turco que tenía unas camas arriba. El Aga Hamam era una joya perdida en medio de Taksim.

Por menos de 10 dólares la noche, el albergue era pornografía para los que viajábamos rascando las monedas. El tipo de la recepción era un señor canoso de unos 40 años, súper amable, que no dudó en ayudarme con la pronunciación de las pocas palabras en turco que había aprendido, por si las dudas (Siempre es bueno aprender unas palabras y no depender 200% del inglés). También me dijo que podía pagarle más tarde, no había apuro. Era temporada de vacas flacas en Estambul así que se daba la mayor cantidad de facilidades para los viajeros. Lo cual me vino bien porque había sacado las liras justas y necesarias en el aeropuerto. Matemática rápida: 1 dólar, 2,2 liras turcas (TL). Así que a ojo, también se manejaba 1 Euro -3 TL. Si bien no toqué un solo Euro en mi viaje (de hecho en mi vida, ahora que lo pienso) es un dato para tenerlo en cuenta.


Cuatro de la tarde, salgo a caminar por la plaza y luego a perderme un rato por Beyoglu, el lado norte del barrio de Taksim y con algo menos de densidad comercial. Llamaba mucho la atención el persistente olor a humo que emanaba la ciudad, que hacía juego a la perfección con un día de invierno ásperamente gris y la cantidad de gaviotas sobrevolando la ciudad. Pero más llamaba la atención la cantidad de camisetas del Galatasaray y del Besiktas. Hoy había clásico, señoras y señores, se jugaba en el Turk Telekom (casa del Galatasaray) y los dos equipos grandes de la parte europea de la ciudad se veían las caras. Es por eso que los bares estaban llenos, y la policía decía presente. Bah, al menos eso pensaba. El partido salió uno a cero para los Galatinos, donde jugaban Drogba y Felipe Melo. El primero, fiel a su tradición, fue un capo . El segundo, fiel a su tradición, se hizo expulsar por un patadón. El partido estuvo picante y ya sabemos cómo son los clásicos turcos.

Ejemplo de esto último:
http://www.theguardian.com/football/video/2012/dec/11/turkish-fans-riot-wheelchair-basketball-video



A todo esto, Erdogan, el presidente turco que deben haber oído nombrar en reiteradas ocasiones los últimos tiempos, había tenido la brillante idea de poner controles y ojos sobre Facebook y Twitter para ver que se posteaba y en que tonalidad se hacía. Dicho de otro modo, censura, señoras y señores. Entonces a eso de las 19 hs, había una serie de muchachos congregándose en Istiklal que respondían a agrupaciones de izquierda . Del otro lado, los antagonistas eran nada más y nada menos que el ejército de policías que estaban acampando en Taksim. Los manifestantes empezaron a entonar la más maravillosa música que más o menos decía algo como “maten a los ratis” pero de una forma pegadiza, melódica y turca. La situación se estaba poniendo tensa y voló el primer palazo.

Dispersión, muchísimo pero muchísimo gas lacrimógeno, camiones hidrantes, balas de goma, caballos entrando a Istiklal a separar a la gente, negocios desesperados cerrando la puerta…pero hete aquí que volvían por la calle los hinchas de la cancha del Galatasaray… ambos bandos por igual escucharon el mantra (?) anti policía y decidieron aportar su granito de arena al asunto cargando contra los oficiales: Hacía tres horas había llegado a Estambul y ya era una batalla campal a todo trapo. Para colmo, dentro de un rato llegaba mi compañera en esta parte del viaje. Paloma, venida desde Roma, más o menos tenía que llegar tipo 8 o 9. Ella tenía que hacer el contraste que suponía tomar un mate con el papa Francisco en el Vaticano al escenario brutal y madmaxeano que proponía el centro de Taksim.


Los negocios abrían sus puertas para acoger manifestantes, incluso mi hostel. Cuando volví tenía a 50 pibes en el lobby recuperándose de los gases y la salvajada, con toallas, limón y demás. De más está decir que me tocó a mi en reiteradas ocasiones pasar por zonas de guerra, chupando gas, teniendo que taparme con una bufanda... pero no terminó ahí. Resulta que los manifestantes turcos saben algo más que nosotros acerca de protocolos de disturbios, y buena parte de ellos tenía máscaras de gas y barbijos, lo cual los volvía relativamente inmunes a los gases, más no a los palazos. Por lo tanto se daba una situación guerrilla-friendly, donde atacaban, retrocedían, dispersaban y se volvían a unir para actuar contra la policía nuevamente. Los hinchas, primero enfrentados entre ellos física y futbolísticamente (porque obvio que hubo tole tole entre ellos) pero ahora unidos por el bien común (?) iban con igual valentía pero menos equipamiento que los troscos.   


A todo esto estaba en el hostel cuando llegó Paloma. No teníamos forma de comunicarnos, así que o iba a la plaza o la esperaba en el Hostel. A pesar del salvajismo, la plaza era un lugar relativamente seguro porque los incidentes habían pasado para el lado de Beyoglu, entonces el recorrido era relativamente seguro. Me fui a bañar y pensaba ir a esperarla, pero ella me ganó de mano y antes de que yo saliera ella ya estaba en el lobby. Le cuento la locura de la que se perdió, me contó de su paso por Roma y nos fuimos a comer un Doner al paso. Cerraron todos los negocios, pero así como cerraron volvieron a abrir a las 10 de la noche, una vez disipados los incidentes grosos. En Estambul NADA CIERRA. Tres de la mañana? Restaurantes abiertos, ni hablar de bares, kioskos y demás, sobre todo por Taksim. El doner por lo general es de carne (ët) o pollo (tavuk). Entre 2 y 5 liras cada uno, y ya tenés tu cena.  Fuimos a un bar después, a eso de la medianoche, a tomar una cerveza (La Efes es la cerveza local, y un vaso de medio litro estaba entre 6 y 8 liras) y a fumar de una narguila, tradición local en los bares. A todo esto, crease o no, seguía habiendo raids por los callejones de Taksim (el barrio, no la plaza), y la policía seguía tirando gases y palazos. Por lo cual nos pusimos a toser y a lagrimear, pese a estar en un primer piso. Se cerraron las puertas del bar pero la dispersión y el reagrupe continuó por otras calles. Hasta las tres de la mañana no cesaron los incidentes. En total fueron 7 horas de tole tole por los callejones de la ciudad. Mañana tocaba jugar al turista, pero hasta entonces, me parecía que Estambul era una cosa sin igual, para bien y para mal. Lo que sí, creo que se puede entender mucho más sobre una sociedad a través de su violencia.

Taksim de Noche.




Las fotos? voy a pedirlas, porque por suerte pude hacer un dropbox antes de perder la cámara en China. Prometo que este post será debidamente actualizado cuando las tenga. En el interín, pido prestadas algunas imágenes.


Las fuentes, distorsionadas como verán, sobre lo que realmente pasó.




viernes, 26 de febrero de 2016

La París de África Parte III: Donde los muertos se mezclan con los vivos

Quedaban cosas por recorrer en el Cairo así que el día después de las pirámides comencé la larga-pero-no-tan-larga caminata hacia el Sudeste de la ciudad. La ciudad, incluso con mapa en mano, no resulta tan sencilla para navegar porque puede haber puentes no mencionados, desvíos inesperados y otra serie de avatares. El destino de la caminata era la Ciudadela de Saladino, pero antes, el paso me llevó a la parte baja de las colinas del Mokattam. Traducción:  La Ciudad de los Muertos. Egipto evidentemente tiene su cosa con la necrología, como lo demuestran las pirámides, los artefactos y los templos. Sin embargo, La Ciudad de los Muertos es diferente: comenzó como un cementerio, pero se edificó sobre el y ahora medio millón de personas convive con sus antepasados y los antepasados de otros. Es básicamente, una villa de emergencia edificada sobre un lugar sumamente inusual, donde las casas y las chozas se mezclan con tumbas. La mezcla entre la Villa 31 y El Cementerio de Recoleta (porque si bien los pobres del Cairo iban a parar ahí, las lápidas y las construcciones son tremendas) ofrece, inesperadamente quizás, una de las mejores panorámicas de la ciudad
La Ciudad de los Muertos

La Ciudadela de Saladino (o Ciudadela del Cairo) es otro edificio que si bien no tiene la chapa mundial de la que gozan las Pirámides o El Museo Egipcio, tiene bastante de que presumir. Más de 800 años de historia y un estado físico envidiable para su edad. A mi me encantaría llegar a 800 años en ese estado (otra razón más para momificarse). A todo esto, no confundir con la Ciudadela de Saladino sita en Siria, aunque imagino que en estos momentos no tienen pensado un viaje por esos pagos, aunque estaría bueno, porque Siria es uno de los lugares donde nació la historia, y debe valer la pena conocerla. Vale un paréntesis teórico para aclarar que entre el 58 y el 71 Egipto y Siria se unificaron bajo la denominación "República Árabe Unida" y al día de hoy pueden encontrarse con esa denominación en ciertos formularios, como el de "países donde vas a usar tu tarjeta de crédito" que te piden para activar internacionalmente la misma. 

Lamentablemente, hay que pagar entrada para acceder a la Ciudadela (60 LE). Una vez allí, se pueden dividir en cuatro grandes atracciones: las paredes y las fortificaciones, la mezquita de Mohammed Alí Pasha/El Palacio de Al-Gawhara, el Museo del Ejército (que está dentro de la Ciudadela) y los miradores. Resulta que la Ciudadela se encuentra al tope del Mokattam por lo cual para llegar a ella es precisa una subida pronunciada mas no dramática y con unas vistas majestuosas del Cairo como premio: La Ciudad de los Muertos, las mezquitas, el Parque Al-Azhar, el bazar de Khan-El-Khalili (pronúnciese "Janeljalili") y los edificios del Cairo Copto son algunos de los highlights que ofrecen los miradores. 
En lo que respecta a la mezquita de Mohammed Alí, se trata de una construcción de más de 150 años en la cima de la Ciudadela y una de las postales de la Ciudad. Fue construida en honor al hijo fallecido de Mohammed Alí Pasha, el poronga Otomano de aquel entonces. Como se imaginarán, la mezquita y el palacio de Al-Gawhara (donde se encontraba el trono de Mohammed Alí Pasha) son espectaculares, aunque si vieron otras mezquitas antes como la de Sultanhamet o la Mezquita Azul (en Estambul ambas) puede que no les parezcan tan espectaculares. 
Lo que sí resultó una sorpresa fue el museo militar. 1 LE como colaboración para entrar, pero la exhibición es grande, detallada y ayuda mucho a entender la historia de Egipto durante este último siglo, así como su idiosincracia y la relación que tiene el ejército con la sociedad civil. Definitivamente recomendado como para pasar una horita ahí.


La Mezquita de Mohammed Alí Pashá.


Una vez completa la visita a la Ciudadela la idea era ir hacia el Cairo Copto. Otra caminata larga se hacía esperar (porque hasta donde sabía no había forma de llegar en colectivo, y los carácteres árabes no ayudaban en demasía) pero no sabía cuanto tiempo podía llegar a tardar, por lo cual me tragué mi orgullo y paré un taxi. Error, tremendo error.  Si bien el tipo llegó rápido y me cobró 30 LE, que era lo que habíamos acordado (si el taxi no tiene taxímetro, siempre traten de acordar un precio con el chofer antes de subir y obviamente siempre arreglen un número por debajo de lo que el pida) cuando me bajé en "Old Cairo" (otra denominación que tiene la parte Copta) el taxista se bajó de su vehículo y comenzó a seguirme por todas partes: por la Iglesia Colgante, la Sinagoga, la Fortaleza de Babilonia y el Museo Copto. La experiencia se hizo decididamente menos encantadora por la marca personal, así que mucho no pude disfrutar gracias al chofer sediento de turistas (?). En cierto sentido, es difícil culparlo: en estos tiempos es casi imposible ganar más de 40 LE en un día y el chabón tenía todo el tiempo del mundo para aferrarse a la esperanza de que lo usase como guía de facto y chofer o que simplemente me asaltase a mano armada si la ocasión daba para ello. A tal punto que me hinché las bolas y decidí no terminar el recorrido porque hacía hambre y estaba cansado del acoso callejero (?). Un par de maniobras evasivas y llegué a la estación de Mar Girgis, del subte Cairota, que da a la entrada de la Ciudad Copta (quedará para otra ocasión la mezquita de Abn ibn al-as y el Nilómetro de la isla de Roda).

El Cairo Copto (Old Cairo)

África sólo tiene dos ciudades en donde el subte dice presente: El Cairo y Argel. El subte del Cairo, si bien no es espectacular, es relativamente rápido y combina pasajes subterráneos con estaciones por sobre la tierra, cual si fuera un tren. Por error, cuando llegó la formación me metí en el vagón de las mujeres. Si, hay un vagón de las mujeres, así que me volví destinatario unánime de todos las miradas al subirme. Traté de mirar al piso todo el trayecto tras darme cuenta que me había mandado alto moco, aunque notaba que las Cairotas miraban y se reían de lo que había hecho, pero siempre con una mueca afable y no indignada. Se reían conmigo, no de mí (?)

Apenas el subte se detuvo en la siguiente estación bajé corriendo y subí a otro vagón. Al parecer subir al vagón de las mujeres es punible de multa y con la Sharía no se jode. Llego a Tahrir y son las doce. Imposible comer algo a esa hora y encontrar un restaurant abierto. Toda la gente sale con sus mantas a la calle y se pone a rezar junto al llamado de los rezos que sale por los megáfonos. De rodillas sobre el tapete y complacer a Alá.

Rezo por vos (?)


Me quedaba un ratito antes de tener que emprender ruta al aeropuerto así que tenía que elegir entre el Parque Al-Azhar y El Bazar de Khan-el-Khalili. Ante la agresividad Egipcia para venderte cosas y mi falta de fondos para comprarlas opté por el parque. Sólo voy a decirles que la "Joya Verde del Cairo" es espectacular, y tiene una vista privilegiada a las mezquitas (que valga la redundancia, son las mezquitas de Al-Azhar) que dan a la Ciudadela.





La mesquita Al-Azhar vista desde la Ciudadela



Ahora sí, despedida afectuosa con Ahmed y Eslam, también un abrazo con Memo que justo llegaba de su sesión por Ardelewa y taxi al aeropuerto. Era el 28 de Marzo a las 17 hs. Tenía que tomar un vuelo en Tel Aviv a las 6:30 del día 30. Antes de irme, un último pantallazo a la tele. Había elecciones en el Al-Ahly, una protesta de universitarios que habían tomado la facultad, varios cortes por la ciudad, y los partidarios de El-Sisi que estaban dispuestos a proclamarse para las elecciones venideras. Si la pantalla del noticiero está dividida en seis, probablemente significa que hay quilombo. Además, algunos terroristas se habían pasado de graciosos y habían decidido unos días antes hacer volar un micro lleno de turistas coreanos a bazuca limpia, por lo cual la frontera terrestre de Taba/Eilat estaba más que cerrada. Para colmo, Egipto e Israel no tienen vuelos directos entre sí, por una cuestión política. Mi plan original era tomar un micro del Cairo a Taba y de ahí hacer el cruce, vía terrestre. Pero ahora tenía que triangular mi regreso con dos aviones diferentes a través de un tercer país. Por una cuestión financiera, iba a volver vía Estambul, tal y como había venido, siendo más conveniente que otras rutas posibles (vìa Amman, Atenas o Nicosia). Entonces, la idea era ir el 28 a la noche a Estambul (Vuelo N°1), dormir en el aeropuerto de Ataturk, recorrer un día más la ciudad con todos mis bártulos encima y a la tarde noche ir hacia el otro aeropuerto de Sabiha Gokcen  (si, encima tenía que hacer un cambio de aeropuerto) para tomar el vuelo a Tel Aviv (Vuelo N°2), cosa de llegar a medianoche y de ahí un avión a Madrid (Vuelo N°3) y otro a Buenos Aires (Vuelo N°4).

Y de Estambul (o sea, antes de China y antes de Egipto) va a tratar el próximo post porque siempre es mejor contar la historia completa. 


Fotos, en el set 2.
https://www.flickr.com/photos/alosconfinesdelmundo/sets/72157660021966974