martes, 21 de julio de 2015

La mayonesa, el chupete y el titán

Atardecer en la muralla de Xi-an


Xi-an (中国) literalmente significa "Paz del Oeste". Fue la antigua capital China durante mucho tiempo y antes de la Dinastía Ming era conocida como Chang´an (Paz perpetua). Igual todo eso fue hace mucho ya. Cuando yo llegué a la 1 de la tarde a Xi-an después de casi no dormir y torturarme en el asiento duro del tren de Chengdu, no sabía bien que esperar.  Creo que resultó ser la ciudad que menos me gustó. Quizás era el trajín de estar viajando por tantos lugares diferentes, pero la sensación que me quedó fue que ya había visto todo eso antes de alguna u otra forma y el "wow factor" brillaba por su ausencia.

Pero ojo, que no haya sentido una conexión con la ciudad no implica que no sea muy bonita en sí misma. También puede ser que me haya fastidiado un poco el que resultase menos accesible que otras ciudades colectiverilmente hablando (y eso que después de todo hablamos de accesibilidad en viajar en bondi en China). Después de un mes calculando las paradas milimétricamente y acertando en todas, cuando me subí al 103, en un momento me perdí en la lógica de las detenciones y me pasé de parada, aún estando en una de las avenidas principales. Fue una parada nomás, pero un golpe al orgullo importante. 

Para compensar eso, el karma me mandó a un hostel donde las habitaciones seguían estando bastante baratas (40 yuanes la noche, un precio casi como el de Chengdu y bastante menor que el de Beijing o Shanghai, ni hablar de Hong Kong), donde tenía una pava eléctrica para hacerme un té si quería y durante dos de mis tres días en la ciudad, no tuve compañía alguna en el hostel (junto con el de Tunxi, este fue el único hostel donde compartí habitaciones con chinos. Sigo sospechando que debe haber algún manto de ilegalidad en esa práctica, pero todo pasa). 

Salí a comer algo porque el reloj físico y biológico me lo demandaba. Y al lado del hostel había un puesto de panchos. Al menos era algo para calmar el hambre y la verdad hacía mucho tiempo que no comía uno así que me dije ¿por qué no?:  "sí, sí, ponele mayonesa y papitas... dale, acá tenes, 5 yuanes, xiexie".

Al momento del mordisco, EL HORROR. Resulta ser que la mayonesa allá también es DULCE. MAYONESA DULCE, ENTIENDEN. MAYONESA DULCE A QUIEN SE LE OCURRE? A los chinos, obvio.  Frustrado, no pude terminar el pancho y me fui a un restaurant, donde pedí algo que pensé que era un plato de sopa de fideos. Cuando llegó el plato, no sólo tenía bastante pocos fideos, sino que estaba llena de TROCITOS DE TOFU. Sí, las mayúsculas son porque detesto el tofu y si ya venía enculado con lo de la mayonesa dulce imaginen como me puse tratando de terminar esa sopa. Mi amigo Facundo ya había ido a Xi-an y me había sugerido que pidiese un Paomo (https://en.wikipedia.org/wiki/Paomo), una sopa con trocitos de pan que es tradicional de la región. Intenté pedir un Paomo y me llenaron el plato de Tofu. Comunicacionalmente hablando, uno de mis puntos bajos del viaje. 

La ciudad de Xi-an está cubierta por unas murallas de proporciones similares. No llegan a ser simétricas, pero la parte central de la ciudad sigue fortificado por las murallas que delimitan "la ciudad antigua" del resto de la ciudad.  Lo interesante es que podes subir a las murallas, y no sólo caminar, sino también alquilar una bicicleta y recorrer todo el perímetro a pedal, mientras sacas fotos. Después del tofu y la mayonesa dulce, fue una buena forma para olvidar los dislates gastronómicos.


A la noche, caminé por las avenidas de Xi-an, donde en el corazón de la ciudad aparecen la Torre de la Campana y la Torre del Tambor, cuya iluminación por la noche...es increíble. Algunas de las mejores fotos que saqué en estos meses fueron 100% cortesía de estos dos edificios, muy similares en su iluminación pero diferentes en su complexión: mientras que la Campana es más alta y flaca, en un cuadrado casi perfecto, la torre del Tambor es ligeramente más bajita y bastante más ancha. 
La torre del Tambor da a la calle del barrio musulmán. Si, Xi-an tiene un barrio musulmán. Recordemos que se trata de la ciudad que está en el extremo oriente de la ruta de la seda, ergo, si prolongamos esa ruta, vamos a pasar por un montón de ciudades de China hacia el oeste que provienen de etnias y religiones diferentes: los Uyghur de Kashgar, los Amdo en Gansu, los Kirguistaníes, y después de eso llegamos a los Uzbecos y demás. Creo que una de las grandes cosas que me faltó hacer (y que no estaba planeado en realidad pero quiero hacer antes de morir) es recorrer la ruta de la seda hacia el oeste, pasando por las tribus, las ciudades, la arena, los camellos, el misticismo y las montañas de los "estanes" de Asia Central (Kazajistán, Kirguistán, Tajikistán, Afganistán, Uzbekistan, Turkmenistan, Pakistán). Ahí tenés tu viaje flashero. Un amigo, Santi Boscato, una vez me propuso esa idea de viaje. Si algún día se anima y lo hace, que me avise.



















Torre del Tambor (arriba) y de la Campana (abajo)


























Como quizás sepan, a los mercados árabes-musulmantes-judíos se los conoce como souq, o shuk. Entonces, podemos decir que había llegado al Souq de Xi-an. Después de haber recorrido los mercados de Israel, Estambul (y que luego tenía el Souq del Cairo por conocer a posteriori), el mercado de Xi-an resultó una experiencia llamativa. Como al parecer la ciudad estaba aferrada a destruir mi espíritu culinario, a cada paso en el barrio musulmán el olor fétido del tofu fermentado se hacía presente, pero con el agravante de que tenía un olor adicional, algo árabe, no sabría decirles bien que exactamente, pero de alguna forma lo volvía aún más torturante para mis fosas nasales. En el callejón del Souq está la gran Mezquita de Xi-an y a partir de ahí tenés puestitos que venden antiguedades y baratijas y ropa de diestra a siniestra. A la salida de los negocios están los puestos culinarios, y sí, más negocios, pero alejados del epicentro del bazar. En estos bazares está el siempre presente arte del regateo. Ya saben:

-"50", 
-"no, es muy caro, 20" 
-"¿20? te estas yendo al carajo man, 35" y así... 

Es en este punto donde me llevé quizás la mayor sorpresa de mi viaje. En primer lugar, encontré finalmente lo que había buscado por todo China en vano: una camiseta de la selección local (me encanta tener camisetas de diferentes lugares y siempre es un regalo de cumpleaños que voy a aceptar con todo el gusto del mundo, agenden). Previamente, la gran mayoría de mis transacciones requerían una calculadora para mostrarme el número que tenía que pagar. Ahora, lo que había ocurrido fue lo siguiente:

-"Nihao, duo zhao qian?"  y señalo la camiseta
"Yi bai si shi" contesta él
-¿Yi bai si shi? bu, bu, wu shi"  replico.


Eso lo hizo enojar porque el tipo pedía 140 yuanes por la camiseta y yo le estaba ofreciendo 50.
Recuerden el proverbio, te piden el cielo, ofreceles la tierra. Pero en este caso, el enojo no le duró mucho: el tipo parecía verdaderamente impresionado por lo que estaba haciendo. Por eso me sonrío y me dijo "qi shi wu" y me añadió un pantalón de la selección, también. "Xiexie. Zaijian" No sólo había conseguido lo que buscaba, sino que además, casi sin darme cuenta, estaba regateando en Chino y creo que ahí marcó un quiebre con mi confianza en mi capacidad como viajero, sino también con la ciudad en sí, además de que WTF ESTABA REGATEANDO EN CHINO.

Sumale que a los cinco minutos se me acercan dos chicos de 10 años, y simpáticamente se me ponen a hablar en inglés porque su papá les había pedido que practiquen, y me señalan al adulto en cuestión que me sonríe con un gesto en la mano. Increíble, ¿una vez que puedo hablar en Chino y me piden que hable en Inglés? De cualquier forma, un minuto y monedas de conversación agradable, y los chicos consideraron que ya habían practicado lo suficiente, me dieron las gracias y se fueron con su padre, que también hizo lo propio y con su "xiexie"

A la mañana siguiente me tomé un colectivo en la entrada sur de la muralla de la Ciudad para ir a los Guerreros de Terracota, quizás una de las actividades más caras de China en cuanto a precio (150 yuanes la entrada). Si bien el jardín y los alrededores son maravillosos, lo cierto es que el sitio arqueológico a mi entender dejó bastante que desear. Una perlita: a la salida del complejo, se ven fotos de personajes famosos: Fidel, Clinton, Bono, Correa, etc... ¿y representando a la Argentina adivinen quién estaba? Sí, señora, sí señor, nada más ni nada menos que Fernando de la Rúa e Inés Pertiné. Estaba a 18.851 km de casa (si, lo googlee), literalmente del otro lado del mundo y vengo a toparme con una foto de Chupete y señora? Sí con el regateo me sentía impresionado de mi mismo, con esto ya me estallé en el medio del mausoleo. 

A la tarde, pasé por la pagoda del Ganso Salvaje. Hay dos, una más chiquita y modesta, ubicada en la frontera con una de las entradas de la muralla (creo que es la norte) y la grande, próxima al museo de historia provincial de Shaanxi. Hay que ir temprano porque si bien la entrada al museo es gratuita, también es limitada, creo que los primeros 3000 cupos o algo así. Ergo, luego de ver la Pagoda me volví derrotado por haber llegado tarde. Al día siguiente, sí fui al museo y me senté a leer en el parque que da a la pagoda. Estaba leyendo una saga que me había recomendado mi amigo Pablo, de Qiu Xiaolong. Se trata de un escritor disidente que hace novelas policiales, ambientadas en la China aperturista de Deng Xiaoping, luego de la muerte de Mao. El personaje, Chen Cao, es un polícia que luego de haberse graduado en Literatura Inglesa, fue enviado contra su voluntad al servicio de policía de Shanghai porque el Partido Comunista creía que una renovación de imagen era necesaria en algunos perfiles públicos. Como bien explicó Pablo, la secuencia es más o menos así

-"El partido necesita que seas Policía", 
-"Pero...¡pero yo me gradué en letras!" 
-"POLICÍA DIJE"
-"Bueno" (cara de resignación)

Sin duda, fue una de las herramientas que más me enseñó de la sociedad china a lo largo del viaje y que me hizo de intérprete con algunas vicisitudes de la idiosincracia local. 

Hablando de policías, mientras leía en el parque, se me acerca un uniformado, con ganas de curiosear sobre mi lectura y de alguna forma trato de explicarle el contenido de la misma. En tono amable, sonríe un par de veces pero sin entender nada, hasta que se acerca otro chino, joven, alto y flaco (como todos a esta altura), de mi edad aproximadamente, con anteojos "de esos que te da la obra social". El hablaba un poco más en inglés e hizo las veces de intérprete. El policía se quedó unos minutos más y se fue, pero Tian se quedó charlando conmigo. Tian significa grande, enorme (ej: Tian Shan significa gran montaña), por lo cual era lógico que su nombre en inglés fuese "Titan" y no "Tom", como venía ocurriendo en mis encuentros con chinos. Recordemos que las "traducciones al inglés" de los nombres chinos se hacen por fonética. Titan es una persona súper amable e interesante. Trabajaba como ingeniero en software, y había venido de Shenzhen a Xi-an. Se casó acá y tiene un bebé de menos de un año. Quedó en encontrarse con su familia a las 4 en el parque, pero el reloj decía que eran las 2 y que aún sobraba tiempo. El, como no tenía nada que hacer, se quedó charlando conmigo, practicando su inglés y hablando de las preocupaciones de los chinos, según su percepción: la corrupción, la inflación,  la inseguridad y de como Xi-an había crecido mucho en los últimos años pero se estaba estancando rápidamente...pese a las maravillas de las que hablaban algunos economistas liberales sobre el crecimiento continuo y sustentable de China.  

Nos quedamos charlando un poco de todo, de China, de las ciudades, de la cultura... y resultaba muy gracioso que su muletilla a raíz de porque su inglés imperfecto (pero una bendición comparado con el nivel general de angloparlantes), cada vez que entendía algo de lo que yo decía se emocionaba y decia "ainó, ainó" (I know, I know). Nos fuimos a tomar un café y el me invitó pese a mis insistencias de pagar. Lo cierto es que se hicieron las cuatro relativamente rápido. Me presentó a su familia y yo me fui porque tenía que tomarme un tren, a Beijing esta vez. Me despedí de Titan, quien me dejó su mail en un dominio bastante raro e incomprensible (porque los mails y los dominios de los chinos son extraños a nuestros ojos), y me fui a la estación de tren. Esta vez no estaba dispuesto a que el masoquismo de viaje me mandara al hard seat, sino que saqué una litera dura, o hard sleeper. Ya había hecho 700 km a Xi-an en 17 horas y ahora tocaban otros 1200 a la capital (en 12 hs de viaje, tren semirápido). Si le sumamos las 9 horas de Kangding a Chengdu, se trataba de una cantidad de tiempo bastante considerable en total para muy pocos días. Igual confieso que me encantaba esa locura extenuante, así como me encantó la locura del viaje de 32 horas desde Estambul a Beijing. 

En perspectiva, la antigua capital imperial quiso asesinar a mi estómago en repetidas ocasiones y quizás no me gustó mucho como ciudad, pero definitivamente fue un lugar especial en lo que refiere a mis experiencias como viajero y como persona. Y las torres de la campana, el tambor y la muralla de la ciudad antigua son lindas


Fotos en: https://www.flickr.com/photos/alosconfinesdelmundo/sets/72157655738924880 (sí, están las de Chupete)

Igual acá les dejo una:



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