sábado, 1 de noviembre de 2014

De Texcoco al Lago Oeste

Después de visitar a Xidi y Hongcun, tenía tiempo para visitar una ciudad más antes de volar a Hong Kong el día 10. Las opciones eran dos. Hangzhou y su lago gigante (que aparece en los billetes de 10 yuanes, creo) o Suzhou y sus jardines imperiales. Hurgando panfletos y esas cosas que te dan en los hostels, vi que al menos tenía un mapa de Hangzhou. No es el mejor criterio para elegir un destino, pero después de todo, se trata de China: un país que te demanda una concentración de 100% para no pasarte de una parada en un colectivo o de estudiar instrucciones súper precisas para llegar. Hangzhou no era la excepción. Además, era la ciudad de Liu, así que supongo que tenía sentido hacer una parada ahí. Destino le dicen.

Después de llegar a la terminal, tenía que tomarme dos bondis para llegar al hostel, sito no muy lejos del lago, pero en algo que podría definir solamente como los suburbios. Sobre los bondis, muchas líneas, pero estaban bastante poco conectadas entre sí. Por lo cual la transferencia de colectivos es habitual. Prendí el modo paranoia una vez más para saber donde bajarme. Estar muy concentrado es importante para entender los ideogramas porque pasarse en el bondi siempre es una posibilidad. Y si te pasás andá a saber donde terminás.

Sobre los suburbios del lago: mucho, muchísimo verde, calles de 500 metros con plantas sin negocios casi, ni nada. Imaginen una ciudad diagramada sobre el Rosedal. Pero el lago del Rosedal en este caso tiene unos cuantos kilómetros de diámetro. Definitivamente Hangzhou es una de las ciudades más inusuales que me tocó explorar y eso la vuelve muy dificil de describir. Pero puedo decir que estaba partida en dos: había una epiciudad diseñada en torno al lago, y completamente desconectada de ella estaba el resto de la urbe.

Y para cuando llegué, no había mucho que hacer. Llovía y al estar cerca del lago, estabas lejos de la ciudad, así que tampoco había muchas opciones. Sin embargo, me llevé una sorpresa al llegar a mi habitación: me encontré una pareja durmiendo en la cama de arriba (ya eran como las 2 de la tarde), una botella de whisky y dos muchachos hablando en...español. Mexicanos, para ser más preciso. Crucé unas palabras con ellos, aliviado de usar el idioma después de casi dos semanas. Pese a no tener buen tiempo, salí a recorrer la ciudad un rato, pero fue al pedo. La lluvia no paraba y casi no había nada para hacer más que pasar por el lago con capucha encima. Sin embargo llegué hasta la pagoda del tigre, que es uno de los íconos del lugar. Insisto: pocas veces vi tantos espacios verdes en una ciudad de más de un millón de habitantes en ese recorrido que habrá durado unos dos kilómetros.

A eso de las seis de la tarde más o menos, vuelvo al hostel y vuelven a aparecer los mexicanos. Me cuentan que estaban haciendo ahí: son una banda que hacía covers, tocaban todas las noches en un club y me invitaron a ir a verlos esa noche. Yo muchas ganas de salir no tenía por el mal tiempo y el cansancio de Huangshan, pero honestamente, ¿cuántas veces iba a tener la oportunidad de ir a un sucucho a escuchar mexicanos haciendo covers en China? Así que les dije que sí. Me puse las alpargatas, una remera que no debía valer más de cincuenta pesos y un jean. A eso de las nueve menos algo nos pasa a buscar un taxi que nos llevaría hacia allá.

Salgo junto a Jorge y Memo, dos de mis compañeros hispanoparlantes. Junto a ellos aparece la sorpresa número uno, que no había visto hasta ese entonces: un muchacho flaquito que debía tener poco más de 20 años y todo trajeado, conocido como el Picas, su carta de relaciones publicas. Él era quien había conseguido el contacto con el club y el único capaz de hablar chino. Originalmente no estaba con la banda, sino que creo que estudiaba Administración o algo así, pero sus capacidades con el idioma le consiguieron este laburo. Siempre lookeado y con una sonrisa, dirigió la comitiva hacia el lugar. Para mi sorpresa, el sucucho al que imaginábamos que iría era nada más y nada menos que The Dragon Hotel, un cinco estrellas de la zona. Jorge me comenta por lo bajo "al parecer el dueño de este hotel es nada más y nada menos que Jackie Chan". Creer o reventar.

A juzgar por como era el hotel, elegí creer. Joyerías, pisos de primer nivel, ornamentos por todos lados... que creo que ni en el Alvear Palace tenés. Ante mi asombro, Jorge se reía en voz baja. Bajamos el ascensor al subsuelo, y el club que esperaba allí estaba en consonancia con lo mostrado en planta baja. Carteles publicitarios de marcas prestigiosas, muchos caucásicos y caucásicas haciendo de modelos. Mucha rusa, mucho inglés. Junto a ellos posando había una fila de jóvenes aceitados, con el torso desnudo y un moñito (según explicaron después, ¡era por el día de la mujer! ¯\_(ツ)_/¯).

Y adentro del club, la barra: chinos con mucha guita, occidentales con muchísima guita, y árabes con más guita aún. Y yo que a duras penas tenía 200 pesos en mi ropa. El Picas agarra al barman y me dice "pide lo que quieras, la casa invita". Así que arranqué con un gin tonic, y Jorge y Memo con una picada el mismo trago. La picada tenía quinotos, sandía, papas fritas, jamón, queso y aceitunas. No aguantó mucho.  Aproveché la ocasión para hablar un rato con Jorge, quien me contó que la noche anterior habían ido a un KTV. El KTV (Karaoke TV) merece un párrafo aparte es una institución muy particular en China. En resumidas cuentas, el KTV es el lugar donde se lleva a una amante, se contrata a una prostituta provista por el mismo lugar, o lo que hicieron los mexicanos, se alquila simplemente una habitación con la máquina de karaoke toda la noche, y haces lo que se te canta con la misma. Podés fumar, embriagarte, lo que se os ocurra.

Y empezando por él, dejenme presentarles a la banda: nuestro tecladista Jorge, es alto, desgarbado, físicamente muy parecido a Eddie Vedder, me contó que la mitad de la banda era de Guadalajara, y la otra mitad de Cancún creo. A el en realidad le gusta otro tipo de música, pero por la plata baila el mono. Dijo que tenía una novia argentina, cuyo padre tenía un restaurant (creo que el nombre de la piba era Maia, pero ahora no estoy seguro). La relación se hacía díficil con un año y once horas de huso separándolos, pero el dijo que la quería. Era un tipo muy simpático e inteligente por lo que se veía, uno de esos tipos que se nota que tienen una sensibilidad particular.

Luego teníamos a Memo. El más grande de la banda por lejos, entrado en los 30 años ya, físicamente robusto y con el pelo corto, parecía el que más entendía el negocio. Tipo muy inteligente y vivo, tocaba el bajo en la banda. Lucía poco, pero parecía hacer todo bien. Es uno de esos tipos que sabe mucho más de lo que parece, con pocas palabras.

Nuestro baterista es Salvador. Con el hablé poco, lo que sí les puedo decir es que estaba coqueteando con los 30, y su manera de tocar había generado rispideces con la banda en su momento: un poco por su estilo alto, otro poco por su caràcter temperamental. Las cosas parecían estar bien sin embargo, como profesionales.

Edgar era el violero. No estoy seguro que haya tenido 20 años cumplidos el muchacho. Pelo largo, forma de vestir juvenil, flequillo que le cubría casi toda la cara, tocaba con un sombrero a lo Slash, pero por otra parte tenía carácter muy introvertido, a lo Jonny Greenwood... y creo que hasta parecía abrumado por la experiencia de vivir en otro país y tocar todos los días. Su talento tocando la viola le había conseguido una novia china, aunque el no dominase mucho el idioma. No era para menos, el pibe era un crack total a su corta edad, casi un prodigio, por lo que uno imagina que el tiempo lo pondrá en otro lugar al muchacho más temprano que tarde.

Nos quedan nuestros cantantes, que oh casualidad, era la pareja que estaba durmiendo más temprano en el hostel. Que ¡oh casualidad! al parecer no son pareja (?). Ella era carisma puro, terminaba todos sus temás con un Xiexie Hangzhou! (gracias Hangzhou!) y tenía una muy linda voz. El apelaba más a los gestos a los movimientos y a la facha como voz acompañante. Cada tanto agarraba la viola también. Se compenetraban muy bien, tengo que admitir.

La banda no tenía nombre, pero su repertorio se dividió en cuatro: hits de los 80 como Livin on a Prayer o cosas de Journey, cosas más disco (Tina y Gloria), música contemporánea pop (Justin) y       "(?)", que podía incluir desde Danza Kuduro hasta Marc Anthony.  La performance fue desfachatada y divertida, y parecían divertirse ellos también. Yo mientras tanto aprovechaba para embriagarme de arriba. Al terminar el show la pregunta era que hacer después. Algunos querían ir a otro boliche (de música electrónica, ahí es donde está la noche ), pero la mayoría quería volver al hostel, entonces nos subimos a un auto con Edgar, Federico (el cantante) y Jorge, tratando de conseguir algo para comer a eso de las 2 de la mañana. Después de andar en círculos y perdernos un poco por la ciudad. Dimos una vuelta al lago, luego pasamos por el estadio de la ciudad de Hangzhou, y nos metimos en un restaurant donde se come pescado. Para ser las dos de la mañana, estaba bastante lleno. Es esencialmente una tienda de mascotas, donde agarran a los peces vivos, nadando en un diferentes peceras y cuando querés uno, lo elegís y al horno. Bastante chocante para el que no está acostumbrado, así que los muchachos casi instantaneamente quisieron irse.  Seguimos girando y terminamos en un lugar chiquito, donde hacían unos chau fan divinos. Volvimos al hostel, y nos tiramos a comer el chau fan frente al lago cuando los pibes fueron a buscar unas cervezas que tenían en la habitación, un tequila y a Owen, el chino que hacía las veces de recepcionista de noche. Comimos y los mexicanos obviamente se prendieron uno, ante el asombro de Owen (recuerden, es su nombre occidental, por fonética se adopta un nombre occidental al chino), que ignoraba la particularidad del aroma, lo cual provocó esa mezcla de asombro y risa en los muchachos. Owen explicó que la marihuana prácticamente no existía en China, y que podías fumarte uno en plena calle que la policía ni se iba a dar cuenta. Lo que sí, había mucha cocaína y muchas pastillas a la hora de ponerse de la gorra. Los mexicanos, ni lentos ni perezosos , le dieron de probar el porro a Owen, y le dieron además tequila, cerveza, de todo... mientras pasaban música (desde King Crimson hasta Parliament Funkadelic, muy enfocado en los 70 todo, pero sonaba bien con la escena) y disfrutaban de la noche.

A la mañana siguiente, con el día más lindo, yo decidí finalmente pasear por el lago, tras alquilar una bici. Una experiencia muy linda. Si bien Hangzhou no es LA ciudad de China, el Lago Oeste es algo impresionante. Y creo que sería lindo tener uno así en la ciudad donde uno vive.

Cuando volví a eso de las 2 de la tarde al hostel a agarrar las cosas e irme (tenía que volver a Shanghai porque tenía un vuelo al día siguiente), Owen seguía cabeceando en la recepción, y los mexicanos se habían ido, salvo Memo.

Memo dijo que habían conseguido un departamento para vivir, y que se mudaban la semana que viene (tenían contrato todas las noches por un año en Hangzhou, cortesía de un chino explotador según ellos) y que se estaba yendo a conocer la casa con la banda. Yo me despedí de él (y de ellos) con la promesa de que algún día, iba a escribir su historia. ¿Seguirán tocando al día de hoy?



como siempre las fotos en https://www.flickr.com/photos/alosconfinesdelmundo/sets/72157648582668331/ .Les diría que las chusmeen porque, a riesgo de autobombear, Hangzhou es un lindo lugar para sacar fotos.