lunes, 28 de diciembre de 2015

La París de África, parte II: Walk like an Egyptian.

Siete de la mañana en el Cairo y ya me encuentro despierto y dándome un par de cachetadas en la cara para estar lúcido. Había que tachar un último gran destino en todo este viaje y se trataba de nada más y nada menos que las pirámides de Giza. Pero así como la muralla China tiene diferentes puntos de acceso (y por ende, diferentes panoramas), las tres clásicas estructuras de Keops, Kefrén y Miserino también presentan compañía: algunos kilómetros más al sur se encuentan las pirámides de Saqqara y luego las de Dahshur.


Cuando uno piensa en las pirámides de Giza probablemente se imagine un lugar remoto donde haya kilómetros y kilómetros de arena alrededor. Esto es parcialmente cierto. Giza antes era un distrito independiente, a pocos kilómetros al oeste del Cairo. Por esas cosas de la geografía y de los procesos de aglomeración de ciudades, ahora se trata de la misma área metropolitana, donde ambas ciudades coexisten a tal punto que básicamente Giza hoy es un barrio más del Cairo. Entonces, las pirámides marcan el hito donde la ciudad deja de existir, abriendo paso al desierto hacia el oeste de las mismas.
Si bien es posible ir a las pirámides de Giza vía subte o bondi (sí, leyeron bien, dije que podés ir a las pirámides en Subte, chupala Mauricio (?)) aunque la estación queda a un par de kilómetros del sitio arqueológico, lo cierto es que no hay forma directa de llegar a Saqqara y Dahshur por la vía del transporte público, por lo que si querés ver estas dos pirámides vas a tener que ir en taxi o el equivalente al remís Egipcio.




La contracara del camino a las pirámides
Como tampoco andaba sintiéndome muy valiente como para arriesgarme a perderme en el Cairo en mi segundo día (y los que me conocen saben que detesto no dónde estoy parado) no me quedó más remedio que pegarle un llamado a Matrix para hacer la ruta. 

Como fuimos “de abajo hacia arriba”, arrancamos por Dahshur. El sitio queda a unos 30 km al sur del Cairo, y en el camino podés atestiguar la mezcla de imponente y decadente de Egipto: palmerales hermosos y verdes mezclados con el desierto se entrecruzan con las viviendas precarias y pobreza más absoluta en las viviendas precarias de África. Es algo que la verdad vale la pena verlo para entenderlo un poco mejor, sobre todo para ver cómo es la vida en las afueras del Cairo (y también más adelante veremos cómo es la vida por dentro en algunos lugares).

Es un garrón es que los tres sitios piramidales te cobran entrada por separado. No tenés un day pass o algo por el estilo. Dahshur presenta dos pirámides: La pirámide roja y la pirámide acodada. La Pirámide Roja se destaca, además de por su color sensiblemente más rojizo que el resto de los triángulos 3-D (?), por ser la primera de las grandes estructuras que hoy conocemos como pirámides. En tanto la Pirámide Acodada vendría a ser un cover Egipcio de la torre inclinada de Pisa. Las imperfecciones, por otra parte, le transfieren un singular encanto.  A la pirámide roja de Dashsur también podés entrar y verla por dentro. Lo hice porque sé que casi todas son iguales por dentro entonces me pareció mejor hacerlo en la más aislada. Por dentro la verdad no hay nada demasiado espectacular. Tanto para entrar como para salir tenés que hacerlo casi en cuclillas, y no hay mucho más que un espacio hueco. Y la verdad más que para decir “estuve dentro de una pirámide” no vale mucho la pena la experiencia. En resumen, huelen feo y seguro algún que otro borracho las meó durante los últimos 2000 años (?)

Siguiente parada: Saqqara, la antigua necrópolis de Memfis, otrora capital egipcia. El sitio tiene algunos lugares para destacar: el primero de ellos es la pirámide escalonada de Djoser, que en forma se asemeja más a las pirámides de Chichén Itzá que a las de Giza. Asimismo también tenés un par de pirámides menores que son indistinguibles de un par de montículos sobre la arena: parecen más accidentes orogénicos que construcciones humanas. Sin embargo, una de ellas es la pirámide de Unas y vale la pena entrar ahí porque adentro  hay algunas inscripciones y eso siempre es bienvenído porque al ver jeroglíficos en una pirámide, aunque parezca un arenero, te sentís medio Indiana Jones. Junto con esta micropirámide, la otra joya de la necrópolis de Saqqara es el Templo de Djoser. El templo, si bien hoy quedan ruinas, está bastante zarpado. Te da esa sensación de estar en esos lugares grandes donde más o menos sentís que se inventó la historia. Adentro además están las tumbas. En teoría no se puede entrar, pero lo cierto es que a nadie le importa si lo hacés. A tal punto que en cada uno de los complejos arqueológicos tenés personas esperando a los visitantes para mostrarle las instalaciones por dentro y llevarse una moneda, haciendo de guías turísticos “de facto”.  Si bien no hay ninguna momia por dentro de las tumbas, lo cierto es que está lleno de inscripciones y ser el templo un lugar iluminado por el sol hace que los registros visuales se vuelvan más espectaculares.



El templo de Djoser

Ahora sí, el plato principal: Giza. Como bien les dije, poco antes de llegar a las tres pirámides hay ciudad, pero tampoco es que una vez que entras al sitio todo es color de rosa, o color de arena, en este caso. Hay distancias de un kilómetro más o menos entre cada sitio. Además, con la desesperación por turistas que tiene el lugar, prepárense para ser bombardeados y que les quieran vender hasta un pariente. Por un lado, es fantástico tener una maravilla del mundo prácticamente para uno solo porque a nadie se le ocurre ir a Egipto en este momento político del país. Por otra parte, es imposible que te dejen de acosar hasta que te vean arriba de un camello u otro animal de carga. Por suerte los precios, como todo en Egipto,  son negociables. Bajar los precios pacientemente hasta que llega el punto donde te piden menos de la mitad de lo que te pedían al principio es una práctica en la que fui volviéndome más ducho tras  estar viajando por cuatro lugares donde el regateo era moneda corriente (Israel, Turquía, China y Egipto). Conseguimos camello nomás y arrancamos por la pirámide de Kefren, que si bien no tiene la mística de Keops (“la gran pirámide de Giza”) es la que mejor se conserva -pese a sus refacciones- y la que permite mejores ángulos para sacar fotos . Además, como bonus, es la que te permite sacar mejores panorámicas de Giza y el Cairo: resulta que desde el desierto tenés una vista inmejorable a la ciudad, sin obstáculos.

Micerino es la más chica de las tres (en rigor de la verdad son seis, hay tres pirámides pequeñas detrás de Micerino), pero también tiene lo suyo. Keops es la más antigua y solía ser la más grande, pero la erosión y los arreglos en la pirámide de Kefren, sumado al hecho de que esta fue construida "on higher ground", le dan la ventaja a la segunda pirámide. Además, la cúpula de Keops tuvo que ser reconstruida.
Por cierto, antes podías trepar a las pirámides, pero se daban muchas situaciones del estilo

-"cómo murió?"
-"se cayó desde una pirámide"

así que se prohibió la práctica por exceso de pelotudez.

Stairway to Kefren (?)
Bueno, técnicamente esta es Keops, pero dejenla pasar por favor


Cerca de la fosa de Keops  tiene lugar el museo de la Barca Solar. Nombre fantástico para el sitio donde está la barca funeraria del otrora faraón. Supuestamente es a través de este barco en donde Keops hizo “su viaje al sol. Tanto Keops como Miserino permiten la entrada hacia adentro de las mismas. El problema es que la entrada, tanto para el interior de las pirámides como para el Barco Solar es cara y es por separado. Además, cerca del museo está otro infaltable de Egipto: La esfinge. El tiempo le hizo una rinoplastia a la estatua legendaria, pero una foto al monstruo con las pirámides de fondo es algo imponente. Nuevamente, prepárense para ser acosados por los guías de facto que quieran llevarse una moneda.

Llegué a las 8 de la mañana a Dahshur. Ahora eran casi las 4 de la tarde cuando finalmente estaba volviendo al centro, hecho pelota. Si sólo les interesa hacer Giza es posible hacerlo en dos o tres horas. Pero el templo de Djoser en Saqqara vale la pena el desvío.

A la noche me fui a tomar un par de birras con Memo. En Egipto, pese a la Sharía, no comen vidrio y venden cerveza en algunos lugares. Lo que sí, la venden barata. Bah, la venden al mismo precio que venden un shawarma, que en realidad no es nada. Un shawarma y una cerveza valen 10 libras Egipcias. Menos de 20 pesos. Le pregunté a Memo de donde era, me dijo que de Foggia, pero como quien dice “Villa Pirulo”, teniendo que explicar con cierta resignación en qué región se ubicaba, que ciudades tenía cerca, etc…  Acá es donde años de jugar al Pc Calcio y mi conocimiento sobre clubes de fútbol salió a lucirse. “Pino Zaccheria” fueron las palabras que pronuncié que inmediatamente cambiaron su expresión. La cancha del Foggia fue la contraseña para que Memo saliese de su centralidad impermeable y exhibiera un costado mucho más pasional, sorprendido por la referencia y encantado por saber que en otro continente alguien recordaba a aquel equipo que hoy milita en la tercera división tana. Charlamos un rato del Foggia que en los 90 figuró en la Serie A, me contó algunas historias de cuando fue infiltrado a la cancha del Napoli y le dijeron cosas como "eh, que hace tano puto? te vas a ir en bolsita de acá eh", etc. Cosas de fútbol y de hinchas.  

Memo también me comentó que iba a volverse en los próximos días porque estaba cansado de Egipto. Mañana tenía su última tarea fotográfica en Ardelewa (hoy Mohandessin), cerca de Giza, en un lugar donde básicamente la Villa 1-11-14 era un resort de lujo en comparación. También me puso un poco al tanto de la realidad política Egipcia. Él decía que Morsi, el único presidente no militar y democrático  de la historia de Egipto estaba en cana muriéndose como un perro y como Mubarak pasaba sus días en una celda VIP. En los próximos días tenían que proclamarse los candidatos a las elecciones, y todo daba a entender que iba a ser una lista única encabezada por El-Sisi, el mismo general que depuso a Morsi en Julio de 2013 (Morsi asumió en Junio de 2012). El chiste es así: son los partidarios quienes salen a la calle pidiendo por el candidato y este es quien dice “yo no quería, pero si ustedes lo piden, yo me debo a mi público...”

El post quedó largo. Tan largo que voy a hacer otro para contarles lo que me faltó: les debo (e imagino que será el último sobre el Cairo)  el raconto de La Ciudad de los Muertos, La Ciudadela de Saladino y sus addons (?), El Cairo Copto, y un par de comentarios sobre el Parque Al-Azhar y el bazar de Khan el Khalili.


Las fotos, como siempre: 

lunes, 14 de diciembre de 2015

La París de África, parte I

Meses después de aquel último post, pensé que también era justo contar la historia que vino después, y antes también. En este orden anacrónico, destacaremos los sucesos entre el 25 y el 28 de Marzo del 2014, justo después de mi aventura China.


 Pájaro, pájaro, ojo gigante, pirámide, pájaro, ojo gigante, pez muerto, cabeza de gato, cabeza de gato, hombre haciendo así... postales del Museo Egipcio.

En esta cosa extraña que supone el concepto de desplazarse entre meridianos, salí a las 2 am de Beijing y volé durante 6 horas para llegar a Doha a las 5:50 am. Por un lado sabía que no me quedaba mucho tiempo de viaje antes de volver a Buenos Aires, y a juzgar por las horas que había tenido de escala en el Cairo, pensé que no la iba a pasar del todo bien en la convulsionada capital Egipcia, en contraposición a la suprema amabilidad china. Pasaron las tres horas de escala en el megaaeropuerto de Doha, cargué el celular un rato y del avión lleno de Beijing me subí a uno semidesierto que iba hacia el Cairo. Creo que no había más de quince pasajeros en total. 13 varones y dos turistas rusas, que no se privaban de ningún lujo en el avión: champán a las 7 am, vino blanco, uso y abuso del free shop de la aerolínea. Carteras y ropa de primerísima marca y un estado de exaltación aparente, mientras yo creo que no llegaba a los mil pesos en el total de mis prendas ¿qué carajo hacían en este vuelo? ¿Qué hacen yendo de clase turista jetsetizada a un país al borde de una guerra civil, donde además la burka es lo único que te separa de un maltrato o acoso en la vía pública? (Si bien no lo vi con mis propios ojos, son conocidos los relatos de lo que ocurre con las mujeres sin compañía en países donde se aplica la ley de la Sharia).

En fin, 12 del mediodía, se ven las pirámides y el desierto al llegar al aeropuerto. Y cuando las turistas rusas bajan del avión, no me olvido más de la expresión boquiabierta de los controladores aéreos y sus balizas. Creo que hasta que las muchachas se fueron de la escena ellos no pudieron cerrar la mandíbula en esa mixtura de estupefacción, asombro, incredulidad y pajerismo.

20 dólares la visa de entrada (hay una casa de cambio antes de migraciones) y el acoso y la desesperación por decenas de transportistas que precisan hacer unos mangos y llevarte a algún lado cuando pisas la sala de arribos. Previendo esto, yo había arreglado un transfer con el hostel esta vez. No me sentí capaz de arriesgarme a llegar al centro de una en una ciudad como esta, que no conocía a priori, y además por lo que había averiguado no sobraban opciones para ello tampoco. Así que nada, 80 libras egipcias (10 dólares aprox.) y tenía un traslado directo al hostel, en lugar a arriesgarme a que me cobren el doble o el triple. Igual, lo de las 80 libras siempre es relativo. En Egipto la noción de propina se conoce como  Baksheesh y consiste en justamente, dar un adicional a quien provee el servicio. Se usa bastante este premio al servicio dado con "lo que te haga feliz", monetariamente hablando. Si estás hablando con un egipcio y este saca a relucir el asunto de la felicidad, probablemente esté pidiéndote unas libras. También un movimiento de mano derecha en alusión al dinero puede indicar esto.
Por su parte, las rusas consiguieron un taxista para llevarlas al centro, por su parte. Como no salieron en las noticias voy a asumir que no les paso nada (?).

Mi chofer , por otro lado, no aparecía. Se hacía tarde y me estaba empezando a impacientar. Cada dos por tres aparecían otros conductores para llevarme y yo me negaba. Finalmente apareció el chofer, un pelado angloparlante con el cuerpo de un Marine y anteojos de sol a lo Morpheus y a disfrutar el comienzo de la primavera en el Cairo con 30 grados y pantalones largos (porque si bien no está estrictamente prohibido el usar shorts en un país islámico, sí está muy mal visto y no da ofender a los señores  musulmanes). Salimos del aeropuerto, pasamos por Nasr City, Heliópolis y finalmente llegamos a Midan Tahrir, el centro cairota, no sin antes vivir uno de los famosos embotellamientos de tránsito propios de la ciudad que serían moneda corriente durante mi estadía. En fin, me despido de Matrix y llego a un edificio bastante viejo, en pésimo estado y subo por el ascensor hasta el tercer piso.

Al parecer en los primeros dos pisos hay oficinas o negocios, pero tampoco se ven muy favorecidos por el estado del inmueble. El ascensor no tiene puerta, y el piso del mismo es simplemente una pieza de madera grande adherida a las poleas. Porque esto es África, diría Shakira. El hostel, sin embargo, distaba bastante del aspecto calamitoso del edificio (y de la ciudad en general, que bien podría valerse de varias manos de pintura): sencillo, acogedor, agradable, y sobre todo, barato: 35 libras egipcias la noche (o sea, 5 dólares).

En la recepción estaba Ahmed, estudiante de trabajo social que se ganaba la vida en el hostel, junto con Eslam, que en este momento no estaba. Ahmed tenía la típica cara de árabe con nariz grande, tez trigueña, barba incipiente y rulos cortos. Un pibe muy simpático. En el hostel había algunos huéspedes, pero dos llamaron mi atención: un viejo americano que bien podría haber sido Willie Nelson, y un italiano, Doménico, alias Memo. El primero parecía simplemente con ganas de vagar por el mundo: había venido desde Lusaka, luego pasó por Kinshasa y su próximo destino aún no estaba decidido, aunque parecía ser Estambul. Su despreocupación Lebowskiana daba a entender que estaba bastante curtido en esto de viajar a todos lados. Memo, por su parte, se ganaba la vida sacando fotos. Estaba hace unos tres meses como corresponsal y no veía la hora de irse a la mierda.

El Cairo es una ciudad abrumadora al principio. Todos te miran, todos tratan de venderte algo, todos te chamuyan para llevarte hacia su negocio. Es una ciudad de gente muy carismática y muy seductora para los negocios. Así que salvo que estén seguros de querer comprar algo, estense atentos y con el instinto abierto.  La ciudad te hace acordar mucho a Buenos Aires -después de todo es la París de África- aunque como bien mencioné antes, su estado edilicio general no es el mejor: edificios viejos que necesitan pintura, muchos cerrados y en estado de abandono, una ciudad de 17 millones de personas donde los policías de tránsito hacen las veces de semáforos (sí, no anda ni un sólo semáforo allá) y en el cual la plaza principal de la ciudad, Plaza Tahrir, da justo en frente a un edificio rosado, uno de los más conocidos de la ciudad. Pero no se trata de la Casa Rosada, sino del famoso Museo Egipcio. Sin embargo, a priori, no da la impresión de tratarse de un museo: su acceso se encuentra absolutamente colapsado de gendarmes, carros anti disturbios, alambres de púas, y hasta algún que otro camión de artillería (!) custodian la entrada al museo. La entrada al museo cuesta 75 libras egipcias (o EP) pero casi como todo en El Cairo, viene con trampa: la sala de las momias cuesta un adicional de 100 EP más (recuerden, proporción de 1 US$ - 7 EP).

El museo está bárbaro, pero sospecho que sería aún más espectacular si los británicos no se hubiesen llevado algunas piezas clave al British Museum donde las exponen. Sin embargo, está lleno de sarcófagos, objetos, papiros, monedas y artefactos, además de la historia de los faraones y demás. De hecho, el museo Egipcio es el lugar donde hay más antiguedades faraónicas del mundo.  La joya es la máscara de Tutankamón y te lo hacen saber: siempre hay dos personas vigilando para que no le puedas sacar una foto a la pieza (igual metimos una de queruza acá, aunque no es ideal https://www.flickr.com/gp/alosconfinesdelmundo/gQr4Hx).  Idéntico tratamiento se aplica a la sala de momias, donde ves en que estado se conservan los cuerpos tres siglos después (si se van a ir de este mundo, momifiquense chicos, es la posta). También hay que señalar que en el 2011 en una incursión se robaron varias piezas, pero que luego fueron encontradas (no todas), e hicieron una exhibición especial donde se muestran precisamente las piezas robadas.

El museo también estaba lleno de chicos de una escuela de arte, que habían ido al museo a hacer dibujos. Así que había carpetas y hojas canson por doquier. Los chicos se dieron cuenta que no era de allá, así que también me charlaron un rato, bastante copados la verdad. Creo que deben ser las únicas personas que conocí que no querían venderme nada en aquella ciudad. Con dos horas te alcanza para recorrer el museo, tres es ideal por las dudas y con noventa minutos es estar jugado, pero se puede hacer.

Todo lo que quieren las wachas
           

Después, fui a comer algo así que me pedí un sandwich. Me atendió una chica que tenía los famosos "ojos de medio oriente", mitad verdes, mitad violetas. Nunca había visto unos así antes, tal como le pasó a Shakira (?) . No me pude contener y tuve que sacarle una foto con carpa. Por suerte no se dio cuenta, porque ahí si le sacas una foto a alguien que no quiere, sobre todo a una mujer, se pudre. Yo me enteré de esto después.

Para ir cerrando el día, me di una vuelta para conocer un poco más el centro de la ciudad, y hacia el norte, tenés el río más famoso del mundo: el Nilo, que separa la ciudad en dos, pero en este caso, Midan Tahrir y la isla de Gizera, donde está Zamalek (un barrio de clase media alta-alta). En esta última se encuentran la Torre del Cairo (lastimosamente estaba cerrada así que no pude ver una panorámica desde la isla), la Ópera, el estadio del Al Ahly (nota mental: soy un forro, me encanta coleccionar camisetas de fútbol, voy a Egipto y no me compro una?), y los pocos edificios modernos por la zona urbana de la ciudad. Aclaración obligatoria: Gizera no es Giza, donde están las pirámides.

El Nilo puede ser cruzado a pie por uno de los dos puentes, llamados 6 de Octubre y 15 de Mayo. En El Cairo muchas cosas están llamadas en función a fechas, por lo que percibí: calles, monumentos y demás. Más que en otras ciudades (incluso más que en Buenos Aires). Si querés podés subirte a una feluca y pagar para recorrer en bote el río, pero eso es una actividad más para la noche y que idealmente querés hacer acompañado, salvo que te gusten los paseos en bote de a uno.

El Nilo dividiendo el Cairo Central de Gizera
Y hablando de noche, a dormir temprano que mañana a las 7 tenía que arrancar para ir a las Pirámides de Giza.  Así que me pedí un plato de Kushary, el plato nacional de Egipto (arroz, macarrones, lentejas, garbanzos, cebolla, salsa de tomate, ajo, vinagre y un poco de especias, todo en un mismo plato) y a la cama.

Las fotos, como siempre, acá:


https://www.flickr.com/photos/alosconfinesdelmundo/albums  (también están las de la segunda parte de este relato Cairota. Saben lo complicado que es subir 200 fotos de un saque a Flickr y ordenarlas cronológicamente por suceso? Ni loco)

Pero en resumen, van a ver:

-Las pirámides y sus alrededores
-El museo Egipcio
-Algunas postales y sueltas del Centro
-La Ciudadela de Saladino y el mirador de la ciudad
-La mezquita de Mohammed Alí Pasha (que está dentro de la Ciudadela)
-Un par sueltas de la iglesia Copta, en la ciudad vieja
-Zamalek
-La Ciudad de los Muertos.





viernes, 21 de agosto de 2015

Escorpiones fritos

Último día. Llego a las 8 de la mañana a la estación de Beijing tras dormir como un tronco en la litera (hard sleeper) las 12 horas de viaje. Leí un poco, pero esta vez dormí temprano y me levanté igual de temprano. El tren fue infinitamente más moderno pero el viaje fue más aburrido y con menos eventos que cuando fui desde Chengdu. Por cada compartimiento hay solamente espacio para tres literas, entonces ya de por sí las limitaciones espaciales eran más evidentes a la hora de las interacciones.
Llegué a Beijing con la determinación de visitar los lugares a los cuales no había podido ir en mi primer paso por la ciudad: puntualmente el Templo Lama y el mercado nocturno de Donghuamen.  Entonces, subte, un par de combinaciones y llegamos a la estación de la línea 5 (o era la línea 2?) del Templo Lama.

El Templo de Yonghe (como también es conocido) se caracteriza por ser el mayor exponente de la lamasería China afuera del Tibet.  La misma arquitectura del templo delata que se trata de una mezcla entre las arquitecturas china (han) y tibetana. Ya al entrar, junto a la entrada te regalaban un mini cd con algunos mantras para meditar, lo cual me pareció un lindo gesto. Me gusta cuando te compensan materialmente el costo de la entrada (el mapa del templo del cielo y el mini cd son mis "souvenirs" favoritos en este sentido).

El templo en si está adornado con los típicos nombres espirituales chinos, del tipo "la sala de la protección eterna", "la sala de la rueda de la vida" o "el pabellón de las diez mil felicidades" entre otras. En una de las salas hay una estatua de 26 metros de madera blanca de un Buda maitreya. Lo más destacable es que supuestamente está hecha de una sola pieza de material. También se ven a los peregrinos que queman incienso en los patios. El templo es un lindo lugar para pasar una hora, pero no mucho más.

A pocos metros, sin embargo, me iba a llevar una sorpresa. Teniendo tiempo libre para quemar, resulta que me había topado con el templo de Confucio. Si bien el templo y el mausoleo de Confucio están en la ciudad de Qufu, Beijing también honra al sabio con una estructura. Después de mucho dudar, decidí entrar. Y fue una de las sorpresas más agradables de mi viaje. Las estelas de piedra con las enseñanzas de Confucio, su historia, su vida, es un espacio de aprendizaje super interesante acerca de la historia, la geografía y la filosofía de China. A quienes nos gustan las ciencias sociales y las humanísticas, el templo-museo es un lugar maravilloso.  También vi que había gente usando barbijos, extranjeros y nativos por igual. Eso significa que se trataba de un día con alerta de polución. Me habían avisado antes de ir a China que la polución era un problema serio y a veces se tomaban medidas que nos parecían ridículas, como poner carteles que muestran un día soleado para darle la ilusión a las personas que el cielo puede ser agradable. Lo cierto es que no vi de esos carteles, pero sí puedo decir que los barbijos me parecieron algo exagerados (dale man, sos turista, bancate un poquito de smog en los pulmones, viví la experiencia China (?)). Sin embargo, viendo el efecto que el smog dejó sobre el sol, me convencí que el apocalipsis podía estar justificado: el sol estaba teñido de un rojo intenso, uno que nunca había visto antes a media mañana. Ni a media tarde, ni a media nunca.


                                                           Templo Lama, Beijing

Después del templo y de recorrer unos hutongs (callejones) , fui al Mercado de la Seda, pero con la intención de no comprar nada porque no había efectivo. Vendría a ser como una salada de Beijing. Pero lo cierto es que si no tenés ganas de ir a comprar no tiene sentido que vayas. De ahí caía la tarde y ya se encendían las luces del mercado nocturno de Donghuamen. A diferencia de Taiwán, Hong Kong, Bangkok o Singapur, China no se destaca por sus ferias nocturnas. Donghuamen es la excepción: puestos de comida exóticos, gente cantando en la calle y cosas que nunca había visto antes en una brochette o un plato: orugas, ciempiés, estrellas de mar, entre otras.... como las Azúcar Moreno dijeron hace tiempo ya, sólo se vive una vez (hoy norteamericanizado en el acrónimo YOLO). Así fue como me terminé pidiendo una brochette de escorpión, al mejor estilo Marley. Lo que sigue puede resultar fuerte para algunos, así que están advertidos.

Los escorpiones están insertos en un palo, pero están vivos: ves como mueven la cola de un lado para el otro. Me di cuenta de esto después de pedirlos.  El Probablemente no hubiese pedido los escorpiones de haberme avivado antes. La cocina China es particularmente cruel, y este era un ejemplo más de ello.  Ser vegetariano debe ser difícil acá. Es un poco irónico, porque pese a que la carne no es buena, la gastronomía China en vivo y en directo suele mostrar como se preparan los platos, con los ingredientes frescos. 
El cocinero, entonces, agarró los escorpiones, los puso así como estaban y los frió. Definitivamente me sacó las ganas de comerlos, pero en honor a la verdad, no sabían mal. Sabían a frito y punto. No eran ni particularmente agradables ni desagradables porque casi no había gusto carne. Algunos dicen que tiene gusto parecido al del pollo, pero lo cierto es que la fritanga tapa todo. Además de los puestos de comida, también hay personas cantando y haciendo performance en la calle, con micrófonos, escenarios y todo.

Se estaban haciendo las nueve de la noche y yo tenía que empezar a ir pensando en como llegar al aeropuerto. Así que decidí irme como vine. De Donghuamen a Dongzhimen (a todo esto, como no paré en ningún lado llevé todo el equipaje conmigo durante todo el día), pero antes de irme...pasé por un minimercado, el cual había visitado en mi primer día en Beijing, en medio del estupor de no saber que hacer al llegar y donde no tuve un intercambio comunicativo provechoso o funcional siquiera, particularmente por mi desconocimiento del idioma y de la ubicación. En mi último día, me pareció bien gastar unos últimos yuanes en unas empanadas (porque todo bien con los escorpiones, pero no son algo que te llene exactamente) y algo para tomar. La diferencia, no sólo de vocabulario adquirido sino también de confianza a la hora de manejarme, era abismal. Definitivamente había aprendido muchas cosas durante este tiempo en China, pero más allá del idioma, sino respecto a mi como viajero y como persona.

                                                                       It´s feedin´time.

Llego a las 11 vía airport express desde Dongzhimen al aeropuerto de Jichang. El vuelo a El Cairo sale a las 01:45, con escala en Doha a las 5am hora local. Si me apurás, es la mejor hora para viajar, subirte un avión, un tren o lo que sea. A la noche es todo más...encantador digamos, como que tiene otra mística propia. Antes de hacer el embarque, veo la foto de un panda en un traje de astronauta. Estás solo en un aeropuerto a la 1:30 am y tu última imagen del país es un panda en un traje. Imposible olvidar un lugar así. A pesar de tu tofu fermentado y tus menúes ilegibles, ni aunque me agarre Alzheimer voy poder borrar toda esta experiencia. Ojalá pueda volver algún día, pero si no tengo esa suerte, con gusto me junto con ustedes a charlar un rato sobre China si tienen pensado ir para allá.

Ahora sí, cerca de las 2 a.m., subo al vuelo de Qatar, cinturones, formalidades y listo, nos vamos para África. En teoría iba a llegar a Al Qahirah cerca del mediodía. Cuando hice la escala ahí no me gustó mucho lo que vi. A ver si las perspectivas cambian después de haber pasado un tiempo en China.

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martes, 21 de julio de 2015

La mayonesa, el chupete y el titán

Atardecer en la muralla de Xi-an


Xi-an (中国) literalmente significa "Paz del Oeste". Fue la antigua capital China durante mucho tiempo y antes de la Dinastía Ming era conocida como Chang´an (Paz perpetua). Igual todo eso fue hace mucho ya. Cuando yo llegué a la 1 de la tarde a Xi-an después de casi no dormir y torturarme en el asiento duro del tren de Chengdu, no sabía bien que esperar.  Creo que resultó ser la ciudad que menos me gustó. Quizás era el trajín de estar viajando por tantos lugares diferentes, pero la sensación que me quedó fue que ya había visto todo eso antes de alguna u otra forma y el "wow factor" brillaba por su ausencia.

Pero ojo, que no haya sentido una conexión con la ciudad no implica que no sea muy bonita en sí misma. También puede ser que me haya fastidiado un poco el que resultase menos accesible que otras ciudades colectiverilmente hablando (y eso que después de todo hablamos de accesibilidad en viajar en bondi en China). Después de un mes calculando las paradas milimétricamente y acertando en todas, cuando me subí al 103, en un momento me perdí en la lógica de las detenciones y me pasé de parada, aún estando en una de las avenidas principales. Fue una parada nomás, pero un golpe al orgullo importante. 

Para compensar eso, el karma me mandó a un hostel donde las habitaciones seguían estando bastante baratas (40 yuanes la noche, un precio casi como el de Chengdu y bastante menor que el de Beijing o Shanghai, ni hablar de Hong Kong), donde tenía una pava eléctrica para hacerme un té si quería y durante dos de mis tres días en la ciudad, no tuve compañía alguna en el hostel (junto con el de Tunxi, este fue el único hostel donde compartí habitaciones con chinos. Sigo sospechando que debe haber algún manto de ilegalidad en esa práctica, pero todo pasa). 

Salí a comer algo porque el reloj físico y biológico me lo demandaba. Y al lado del hostel había un puesto de panchos. Al menos era algo para calmar el hambre y la verdad hacía mucho tiempo que no comía uno así que me dije ¿por qué no?:  "sí, sí, ponele mayonesa y papitas... dale, acá tenes, 5 yuanes, xiexie".

Al momento del mordisco, EL HORROR. Resulta ser que la mayonesa allá también es DULCE. MAYONESA DULCE, ENTIENDEN. MAYONESA DULCE A QUIEN SE LE OCURRE? A los chinos, obvio.  Frustrado, no pude terminar el pancho y me fui a un restaurant, donde pedí algo que pensé que era un plato de sopa de fideos. Cuando llegó el plato, no sólo tenía bastante pocos fideos, sino que estaba llena de TROCITOS DE TOFU. Sí, las mayúsculas son porque detesto el tofu y si ya venía enculado con lo de la mayonesa dulce imaginen como me puse tratando de terminar esa sopa. Mi amigo Facundo ya había ido a Xi-an y me había sugerido que pidiese un Paomo (https://en.wikipedia.org/wiki/Paomo), una sopa con trocitos de pan que es tradicional de la región. Intenté pedir un Paomo y me llenaron el plato de Tofu. Comunicacionalmente hablando, uno de mis puntos bajos del viaje. 

La ciudad de Xi-an está cubierta por unas murallas de proporciones similares. No llegan a ser simétricas, pero la parte central de la ciudad sigue fortificado por las murallas que delimitan "la ciudad antigua" del resto de la ciudad.  Lo interesante es que podes subir a las murallas, y no sólo caminar, sino también alquilar una bicicleta y recorrer todo el perímetro a pedal, mientras sacas fotos. Después del tofu y la mayonesa dulce, fue una buena forma para olvidar los dislates gastronómicos.


A la noche, caminé por las avenidas de Xi-an, donde en el corazón de la ciudad aparecen la Torre de la Campana y la Torre del Tambor, cuya iluminación por la noche...es increíble. Algunas de las mejores fotos que saqué en estos meses fueron 100% cortesía de estos dos edificios, muy similares en su iluminación pero diferentes en su complexión: mientras que la Campana es más alta y flaca, en un cuadrado casi perfecto, la torre del Tambor es ligeramente más bajita y bastante más ancha. 
La torre del Tambor da a la calle del barrio musulmán. Si, Xi-an tiene un barrio musulmán. Recordemos que se trata de la ciudad que está en el extremo oriente de la ruta de la seda, ergo, si prolongamos esa ruta, vamos a pasar por un montón de ciudades de China hacia el oeste que provienen de etnias y religiones diferentes: los Uyghur de Kashgar, los Amdo en Gansu, los Kirguistaníes, y después de eso llegamos a los Uzbecos y demás. Creo que una de las grandes cosas que me faltó hacer (y que no estaba planeado en realidad pero quiero hacer antes de morir) es recorrer la ruta de la seda hacia el oeste, pasando por las tribus, las ciudades, la arena, los camellos, el misticismo y las montañas de los "estanes" de Asia Central (Kazajistán, Kirguistán, Tajikistán, Afganistán, Uzbekistan, Turkmenistan, Pakistán). Ahí tenés tu viaje flashero. Un amigo, Santi Boscato, una vez me propuso esa idea de viaje. Si algún día se anima y lo hace, que me avise.



















Torre del Tambor (arriba) y de la Campana (abajo)


























Como quizás sepan, a los mercados árabes-musulmantes-judíos se los conoce como souq, o shuk. Entonces, podemos decir que había llegado al Souq de Xi-an. Después de haber recorrido los mercados de Israel, Estambul (y que luego tenía el Souq del Cairo por conocer a posteriori), el mercado de Xi-an resultó una experiencia llamativa. Como al parecer la ciudad estaba aferrada a destruir mi espíritu culinario, a cada paso en el barrio musulmán el olor fétido del tofu fermentado se hacía presente, pero con el agravante de que tenía un olor adicional, algo árabe, no sabría decirles bien que exactamente, pero de alguna forma lo volvía aún más torturante para mis fosas nasales. En el callejón del Souq está la gran Mezquita de Xi-an y a partir de ahí tenés puestitos que venden antiguedades y baratijas y ropa de diestra a siniestra. A la salida de los negocios están los puestos culinarios, y sí, más negocios, pero alejados del epicentro del bazar. En estos bazares está el siempre presente arte del regateo. Ya saben:

-"50", 
-"no, es muy caro, 20" 
-"¿20? te estas yendo al carajo man, 35" y así... 

Es en este punto donde me llevé quizás la mayor sorpresa de mi viaje. En primer lugar, encontré finalmente lo que había buscado por todo China en vano: una camiseta de la selección local (me encanta tener camisetas de diferentes lugares y siempre es un regalo de cumpleaños que voy a aceptar con todo el gusto del mundo, agenden). Previamente, la gran mayoría de mis transacciones requerían una calculadora para mostrarme el número que tenía que pagar. Ahora, lo que había ocurrido fue lo siguiente:

-"Nihao, duo zhao qian?"  y señalo la camiseta
"Yi bai si shi" contesta él
-¿Yi bai si shi? bu, bu, wu shi"  replico.


Eso lo hizo enojar porque el tipo pedía 140 yuanes por la camiseta y yo le estaba ofreciendo 50.
Recuerden el proverbio, te piden el cielo, ofreceles la tierra. Pero en este caso, el enojo no le duró mucho: el tipo parecía verdaderamente impresionado por lo que estaba haciendo. Por eso me sonrío y me dijo "qi shi wu" y me añadió un pantalón de la selección, también. "Xiexie. Zaijian" No sólo había conseguido lo que buscaba, sino que además, casi sin darme cuenta, estaba regateando en Chino y creo que ahí marcó un quiebre con mi confianza en mi capacidad como viajero, sino también con la ciudad en sí, además de que WTF ESTABA REGATEANDO EN CHINO.

Sumale que a los cinco minutos se me acercan dos chicos de 10 años, y simpáticamente se me ponen a hablar en inglés porque su papá les había pedido que practiquen, y me señalan al adulto en cuestión que me sonríe con un gesto en la mano. Increíble, ¿una vez que puedo hablar en Chino y me piden que hable en Inglés? De cualquier forma, un minuto y monedas de conversación agradable, y los chicos consideraron que ya habían practicado lo suficiente, me dieron las gracias y se fueron con su padre, que también hizo lo propio y con su "xiexie"

A la mañana siguiente me tomé un colectivo en la entrada sur de la muralla de la Ciudad para ir a los Guerreros de Terracota, quizás una de las actividades más caras de China en cuanto a precio (150 yuanes la entrada). Si bien el jardín y los alrededores son maravillosos, lo cierto es que el sitio arqueológico a mi entender dejó bastante que desear. Una perlita: a la salida del complejo, se ven fotos de personajes famosos: Fidel, Clinton, Bono, Correa, etc... ¿y representando a la Argentina adivinen quién estaba? Sí, señora, sí señor, nada más ni nada menos que Fernando de la Rúa e Inés Pertiné. Estaba a 18.851 km de casa (si, lo googlee), literalmente del otro lado del mundo y vengo a toparme con una foto de Chupete y señora? Sí con el regateo me sentía impresionado de mi mismo, con esto ya me estallé en el medio del mausoleo. 

A la tarde, pasé por la pagoda del Ganso Salvaje. Hay dos, una más chiquita y modesta, ubicada en la frontera con una de las entradas de la muralla (creo que es la norte) y la grande, próxima al museo de historia provincial de Shaanxi. Hay que ir temprano porque si bien la entrada al museo es gratuita, también es limitada, creo que los primeros 3000 cupos o algo así. Ergo, luego de ver la Pagoda me volví derrotado por haber llegado tarde. Al día siguiente, sí fui al museo y me senté a leer en el parque que da a la pagoda. Estaba leyendo una saga que me había recomendado mi amigo Pablo, de Qiu Xiaolong. Se trata de un escritor disidente que hace novelas policiales, ambientadas en la China aperturista de Deng Xiaoping, luego de la muerte de Mao. El personaje, Chen Cao, es un polícia que luego de haberse graduado en Literatura Inglesa, fue enviado contra su voluntad al servicio de policía de Shanghai porque el Partido Comunista creía que una renovación de imagen era necesaria en algunos perfiles públicos. Como bien explicó Pablo, la secuencia es más o menos así

-"El partido necesita que seas Policía", 
-"Pero...¡pero yo me gradué en letras!" 
-"POLICÍA DIJE"
-"Bueno" (cara de resignación)

Sin duda, fue una de las herramientas que más me enseñó de la sociedad china a lo largo del viaje y que me hizo de intérprete con algunas vicisitudes de la idiosincracia local. 

Hablando de policías, mientras leía en el parque, se me acerca un uniformado, con ganas de curiosear sobre mi lectura y de alguna forma trato de explicarle el contenido de la misma. En tono amable, sonríe un par de veces pero sin entender nada, hasta que se acerca otro chino, joven, alto y flaco (como todos a esta altura), de mi edad aproximadamente, con anteojos "de esos que te da la obra social". El hablaba un poco más en inglés e hizo las veces de intérprete. El policía se quedó unos minutos más y se fue, pero Tian se quedó charlando conmigo. Tian significa grande, enorme (ej: Tian Shan significa gran montaña), por lo cual era lógico que su nombre en inglés fuese "Titan" y no "Tom", como venía ocurriendo en mis encuentros con chinos. Recordemos que las "traducciones al inglés" de los nombres chinos se hacen por fonética. Titan es una persona súper amable e interesante. Trabajaba como ingeniero en software, y había venido de Shenzhen a Xi-an. Se casó acá y tiene un bebé de menos de un año. Quedó en encontrarse con su familia a las 4 en el parque, pero el reloj decía que eran las 2 y que aún sobraba tiempo. El, como no tenía nada que hacer, se quedó charlando conmigo, practicando su inglés y hablando de las preocupaciones de los chinos, según su percepción: la corrupción, la inflación,  la inseguridad y de como Xi-an había crecido mucho en los últimos años pero se estaba estancando rápidamente...pese a las maravillas de las que hablaban algunos economistas liberales sobre el crecimiento continuo y sustentable de China.  

Nos quedamos charlando un poco de todo, de China, de las ciudades, de la cultura... y resultaba muy gracioso que su muletilla a raíz de porque su inglés imperfecto (pero una bendición comparado con el nivel general de angloparlantes), cada vez que entendía algo de lo que yo decía se emocionaba y decia "ainó, ainó" (I know, I know). Nos fuimos a tomar un café y el me invitó pese a mis insistencias de pagar. Lo cierto es que se hicieron las cuatro relativamente rápido. Me presentó a su familia y yo me fui porque tenía que tomarme un tren, a Beijing esta vez. Me despedí de Titan, quien me dejó su mail en un dominio bastante raro e incomprensible (porque los mails y los dominios de los chinos son extraños a nuestros ojos), y me fui a la estación de tren. Esta vez no estaba dispuesto a que el masoquismo de viaje me mandara al hard seat, sino que saqué una litera dura, o hard sleeper. Ya había hecho 700 km a Xi-an en 17 horas y ahora tocaban otros 1200 a la capital (en 12 hs de viaje, tren semirápido). Si le sumamos las 9 horas de Kangding a Chengdu, se trataba de una cantidad de tiempo bastante considerable en total para muy pocos días. Igual confieso que me encantaba esa locura extenuante, así como me encantó la locura del viaje de 32 horas desde Estambul a Beijing. 

En perspectiva, la antigua capital imperial quiso asesinar a mi estómago en repetidas ocasiones y quizás no me gustó mucho como ciudad, pero definitivamente fue un lugar especial en lo que refiere a mis experiencias como viajero y como persona. Y las torres de la campana, el tambor y la muralla de la ciudad antigua son lindas


Fotos en: https://www.flickr.com/photos/alosconfinesdelmundo/sets/72157655738924880 (sí, están las de Chupete)

Igual acá les dejo una:



jueves, 16 de julio de 2015

Qi-Ba-Jiu




Cuando David me acompañó por primera vez a sacar el pasaje del tren bala de Beijing a Shanghai, el también había sacado uno para el, hacia Tianjin.  El pidió el más barato, el "hard seat", para un viaje de 20 horas. Sería nuestro famoso boleto turista en el tren a Córdoba o Tucumán. Cuando le pregunté por que no pidió un hard sleeper (o sea, una litera) el me respondió que el asiento no es ni tan duro ni tan malo.

En Hong Kong, pedí un boleto de tren de Chongqing a Chengdu, en un viaje en un tren semi bala de 2 hs, 2hs y media.  Si el lector sabe seguir estas historias, recordará que perdí el vuelo de Hong Kong-Shenzhen a Chongqing, por lo tanto también perdí el tren de Chongqing a Chengdu. Como autocastigo por esta secuencia desafortunada, decidí pedir un hard seat para ir de Chengdu a Xi-an. Además, el hard seat costaba 97 yuanes, en contraposición a una litera que rondaba los 350. Lo consideré como un impuesto al idiota que tuve que pagar. Pero a la vez me abrió una experiencia nueva de interacción con China y su gente.

Entonces, una vez que hube viajado 10 horas en micro desde Tagong a Chengdu, a las 20 hs salía de la estación del norte de dicha ciudad el tren tipo K a Xi-An. Las estaciones son inmensas, todas, y sale una cantidad de trenes por hora que a uno le asombraría. Insisto que los trenes son el orgullo de la Ingeniería China, no sólo por sus modelos, sino también por la capacidad de conexión y frecuencia que tienen. De todos modos el modelo de este viaje no era particularmente asombroso.
                                                  (Estación de trenes de Chengdu Norte)


Los trenes, según su tipo y su velocidad máxima, están codificados por una letra. El T y el K son los más lentos, el D y el G son los rápidos y creo que hay algunos intermedios. www.chinatrainguide.com tiene la posta en esto. Los asientos son soft-sleeper (sería algo así como una suite), hard-sleeper (litera dura, parecida al camarote) y hard-seat (asiento normal). Los trenes cuyo recorrido es de pocas horas (los bala) no hacen esta distinción. También podés sacar boletos de emergencia (generalmente cuando el tren esta lleno, lo que ocurre algunos días antes de partir) y viajar de pie.

Cuando subí al tren todos los asientos estaban ocupados, inlcuso el mío. Como no entendí muy bien si era la costumbre o qué, me quedé parado unos minutos cerca. Ahí pasó el guarda, me miró mi boleto y le dijo a quien estaba ocupando mi lugar que no se hiciera el vivo y se pare. Sin embargo, con mi equipaje y unas bolsas que el tenía le improvisamos un asiento para que al menos pudiera viajar sentado. Me lo agradeció.  El hard seat tiene entre dos y tres asientos por lado, enfrentados y una mesa plegable que hace las veces de apoyacabeza la mayoría del tiempo.

Como imaginarán, el vagón estaba atestado de personas y el tren se movía a un paso propio del Roca. Cada tanto pasaba el carrito con comida, vendiendo sopas y snacks. Generalmente lo que se dice es que el dispenser de agua caliente para calentar las sopas está en malas condiciones, por lo cual es una mala idea pedir una sopa en el hard seat, así que es mejor llevar un sandwich o comer algo antes de viajar. En cuanto al aspecto, tengo que decir que no difería mucho del tren que va al norte o cualquiera de nuestros servicios de larga distancia.

Salí a fumar un pucho al espacio delimitado entre el fuelle de los vagones, sala de fumadores de facto en los trenes. Cuando me vieron yendo al espacio para fumadores me bombardearon de preguntas y algunos aprovecharon la oportunidad para practicar su inglés. Mi intérprete en esta ocasión fue un fumador que estudiaba para ser un médico militar (O sea, un joven Berni). Todos los fumadores eran varones. De hecho, no recuerdo haber encontrado a una sola mujer fumadora en China. Ni una, eh. Los fumadores no salían de su asombro de encontrar a un extranjero entre los asientos duros (porque la abrumadora mayoría viaja en sleepers). Me explicaron que los "nombres en inglés" de las personas responden a una cuestión fonética. Ergo, todos los Tang o Tung se hacen llamar "Tom" y casi todos los chinos así tienen su nombre en inglés. También pregunté cual sería mi nombre en Chino, lo cual los puso en un aprieto. Después de mucho elaborar entre ellos, Bao Huangming les pareció aceptable. Vaya uno a saber por qué. Creo que Huangming debe ser dragón amarillo o algo así. También es harto probable es que me hayan puesto cualquier otro apodo ridículo sin que yo supiera responder. Derecho de piso al nuevo, supongo.

Volví a mi asiento y había tres chicas, que debían tener entre 15 y 18 años. Me preguntaron si quería jugar a las cartas y cuando dije que no sabía (o mejor dicho, "dije" que no sabía) insistieron, diciéndome ("diciéndome") que el juego era fácil así que acepté. El juego parecía llamarse Qi-Ba-Jiu (7-8-9) y esencialmente consistía en una secuencia lógica donde cuatro jugadores se turnan para poner una carta superior o inferior a la de la mesa, y su objetivo es descartarse la mano. Los 2 hacen las veces de comodín y ahí aprendí, tras unas cuantas manos de práctica, a jugar. El tipo que viajaba al lado mío se ponía loco con algunos errores que yo cometía durante el aprendizaje. Pero loco mal, parecía sufrirlo más que yo. Se agarraba la cabeza, igual lo entendía 100% porque yo también soy así cuando veo a alguien jugando y haciéndolo mal. Sí, de los peores, ya lo sé. También vi que al As allá lo llaman Mao. Coincidencia? No lo creo (?).

Otro juego que vi en el tren, tanto más espectacular por el color y la forma de sus cartas y por su Chinosidad intrínseca, es este: https://en.wikipedia.org/wiki/Four_Color_Cards. Los colores y como usan las cartas y figuras son muy llamativos al ojo neutral. Hasta placenteros me animo a decir.

Los hard seats son tres asientos enfrentados a otros tres (o dos, según el caso). Hay una mesa plegable que hace las veces de apoyacabezas, entonces a la noche ves a todos durmiendo,: ya sea apoyando sus cabezas sobre la mesa plegable compartida, en el piso, en el baño, donde sea. Es duro viajar en esos trenes sin un asiento, pero también la experiencia te cachetea un poco y ves la realidad de muchas personas, sobre todo en un país de 1350 millones de habitantes. También es impresionante la cantidad de paradas que hay y la gente que se baja. Acá quizás no pensás tanto en las estaciones intermedias entre el tren de Tucumán a Buenos Aires, pero allá como todos los pueblos tienen medio millón de habitantes, resulta difícil no hacerlo.

Maldormido, cansado y casi 18 horas después llegué a Xi-an, la anteúltima parada en China.


Las fotos? Esta vez las van a tener que imaginar. No me pareció un buen contexto para relucir la cámara.

Pero puedo decir que era una versión más lúgubre y sucia que este:



sábado, 18 de abril de 2015

La última frontera.

Cuando pensé en China, lo hice pensando en conocer la Muralla. Mientras fui planeando el viaje y descubriendo un poco más sobre el país en base a lectura, me topé con Tagong. Casi no había información sobre el lugar. Sólo unos párrafos y una foto que me daba a entender que estaba en un sitio único. Pensé que ir a China y no hacer el esfuerzo para acercarme ahí hubiese sido un desperdicio. Entonces planifiqué mi viaje tratando de encontrar la forma de llegar al oeste de Sichuan, en la frontera con el Himalaya, en el invierno de oriente.

A las seis de la mañana estabamos listos con Jackie y Liam, viendo en que minivan viajabamos hacia Tagong. Tuvimos que esperar a que se llene, con un monje, y dos personas más que iban a lugares igual de despoblados y remotos que nuestro destino. La ruta, siempre en subida, nos paseó una y otra vez por Minya Konka, una de las 5 montañas más altas del mundo, y otras fracciones nevadas de la cadena del Himalaya. El camino, entre la subida y la estrechez de la ruta, se hace a una velocidad limitada, por precaución. Tras mil giros de montaña, comienzan a verse los primeros asentamientos de arquitectura 100% khampa al costado de la ruta. Casi que se camuflan con el paisaje, porque las casas usan el mismo color que la tierra. Tres horas y un par de paradas para bajar y recoger otros pasajeros en medio de la ruta, vimos una inscripción de miles de banderas tibetanas incrustadas en una montaña. Era la señal que habíamos llegado a Tagong

Tagong se describe sola. No más de 30 casas puestas una enfrente de la otra, en una calle de tierra. La plaza central tiene forma redonda, y alrededor de ella están el Templo, a un costado la posada, y a otro costado unas stupas junto a las ruedas de oración. Atrás del templo está la mencionada inscripción sobre la montaña. A diferencia de Kangding, acá sí son casi todos Khampa, no hay tantos chinos Han como en la capital de Garzé. En la posada aguarda el único contacto con el mundo occidental: Angela, una estadounidense casada con un khampa es quien se hace cargo del hotel, junto a su asistente, una estudiante de linguistica de la Universidad de Texas que tuvo la idea de especializarse en el tibetano, una lengua de la cual se sabe muy pero muy poco y casi no existen reglas escritas más allá de algun libro de frases. Un proyecto ambicioso, pero que el que quiere celeste...

Los tibetanos no comen animales, salvo que estos hayan muerto naturalmente. Por eso es habitual ver que en el pueblo carneen en plena calle a los yaks fallecidos, porque Tagong no conoce el concepto de heladera (más allá del clima del lugar). La dieta tibetana es principalmente vegetariana, pero el yak en este caso es su "monocultivo animal", porque junto al caballo tibetano (un pony más peludo) es el único animal capaz de sobrevivir en esas condiciones climáticas tan adversas.
La carne, entonces, o se come fresca (al día o al día siguiente) o se desperdicia.  Sin embargo, quienes hacen este trabajo no son los khampa varones (los cuales religiosamente usan su campera de cowboy, su sombrero de cuero y el pelo largo y lacio), sino las mujeres. Debo decir que la carne de yak es de la mejor que comí en China, pero principalmente por el hecho de poder saber que estaba comiendo carne de yak y no de un animal desconocido.

A la derecha de las stupas encontré el monasterio que aparecía en la foto que había visto. Sin embargo, recorriendo , mirando de un lugar para otro, no había encontrado el ángulo correcto, lo cual me hacía pensar que quizás ese no era el monasterio, sino otro.

Recorriendo con Liam y Jackie las colinas, realmente sentís que estas en un lugar que no tiene comparación. Una mezcla de Asia Central, con el Tibet, con China, donde realmente uno siente que las nubes están más cerca. Y el dolor de cabeza también. Obviamente, a 4000 metros de altura es casi imposible no apunarse (o atibetarse, en este caso). La gran mayoria del camino a Tagong se hace a alturas que promedian entre 4000 y 4750 metros.

Las colinas de Tagong son una de las joyas ocultas de China. Entre las montañas nevadas, las sinuosidades y las formas del terreno, el cielo y los cientos de yaks que pastaban daba todos los condimentos de un lugar mágico. Después de miles de kilómetros, finalmente estaba ahí. A lo lejos, a una distancia que parecía ser de unos 5 kilómetros, parecía haber un edificio. Determinado, y pensando que quizás ahí sí estaba mi monasterio, me dirigí sin pensarlo mucho, mientras Liam y Jackie habían vuelto a la posada de Angela. Los cinco kilómetros se hicieron más, sobre todo por la falta de un camino recto. La única orientación era la visual al supuesto monasterio, pero las subidas y bajadas, los yaks salvajes que aparecian en el camino, y las caídas hacían que caminar fuese muy dificil. Después de Huangshan, sin embargo, estaba curado de espanto de caminar en condiciones adversas. Sin embargo, tras mucha caminata, desvío y sudor llegué a destino.

El monasterio claramente no era el lugar que estaba buscando, arquitectónicamente me resultaba evidente. Pero en la puerta, asombrados ante mi llegada, había cuatro chiquitines aprendices. Todos en ojotas y tapados, y uno incluso estaba comiendo un palito helado de agua. Yo estaba con mi campera más abrigada, y estaba muriendome de frío y calor al mismo tiempo, y estos pibes comiendo un palito en el invierno del Himalaya!. Me quedé un rato con ellos y un monje mayor que los acompañaba. Pero tenía que volver, no fuese cosa que me oscureciera y tuviese que improvisar a la intemperie OTRA VEZ.

La vuelta fue ligeramente menos ardua que la ida, pero el total de caminata hizo que la experiencia fuese desgastante. Estaba cayendo el sol y las habitaciones esperaban. Tal como en Kangding, no existía ni el inodoro ni la calefacción. Fue la noche más fría que pasé (después de la de Huangshan a la intemperie, claro está).  A la mañana siguiente, tenía que volver para Chengdu, así que a primerisima hora conseguí una minivan a Kangding y de ahí en micro a la tierra de los Pandas, porque a última hora me esperaba un tren hacia Xi-an. Liam y Jackie no tenían apuro con el tiempo, entonces su plan era seguir al sur, a Litang, y de ahí entrar "por la puerta de atrás" a Shangri-la, en la pintoresca provincia China de Yunnan. Me hubiese encantado hacer esa ruta, pero uno hace lo que puede en el tiempo que tiene. Como premio consuelo, un poco de orgullo o de ego me despierta el saber que quizás sea, no se si el primer argentino en pisar Tagong, pero seguro el primer florestano.

Y sí, cuando estaba casi a punto de irme, finalmente encontré la foto que tanto había ido a buscar. Solo pude tomar dos fotos antes que muriese la batería, pero me mostré conforme con el resultado. Era el primer monasterio, pero por las sinuosidades de la montaña, solamente recién cuando volvía encontré el ángulo que estaba en la foto que había visto.



PD: En la parada en Kangding, me paró un monje khampa y me pidió una foto con el. Decí que tardé en entender que es lo que quería hacer conmigo, sino yo también le hubiese pedido una foto a el, pero no me avivé. Porque el tipo me mostró como quedó la foto que sacamos con su cámara y si yo tuviera una así con el CLARAMENTE sería hoy mi foto de perfil en todas las redes sociales. 

Las fotos están acá y son un montón. Espero haberle hecho justicia al lugar con mi cámara.

https://www.flickr.com/photos/alosconfinesdelmundo/sets/72157651972722406/

lunes, 23 de marzo de 2015

La ruta al techo del mundo.

La región del Tibet originalmente consistía de 3 grandes provincias, en una especie de triángulo: Kham al este, Amdo al norte y U-Tsang al oeste. En la primera mitad del siglo XX, con el gobierno del Kuomintang, el Tibet pudo repeler las invasiones a las cuales fue sometida una y otra vez. Sin embargo, con la llegada de Mao al poder, el Tibet sufriría una reducción del territorio que perdura al día de hoy: casi la totalidad de lo que era Amdo quedaría anexado en las provincias Chinas de Qinghai y Gansu (ahí está el monasterio lama de Labrang, el más grande fuera de Lhasa) mientras que la mayoría de Kham formaría parte de Sichuan, quedando una pequeña fracción en lo que hoy conocemos como Tibet.

A partir de los últimos años el acceso al Tibet para turistas no chinos está prohibido en el mes de marzo (y a veces la veda se extiende por más tiempo). Si bien el gobierno Chino dice que el Tibet "cierra por mal tiempo" lo cierto es que se trata del mes de reclusión en protesta por el exilio del Dalai Lama, y también es el mes donde históricamente ocurrieron la mayoría de los levantamientos por la independencia tibetana. En conmemoración a esos sucesos, las fronteras se cierran. No es de sorprender entonces que haya una fuerte presencia militar y policial en las regiones tibetanas dentro y fuera de la provincia propiamente dicha.

El objetivo de mi viaje siempre fue el Tibet. Sin embargo, la época no ayudaba (Marzo) y tampoco los costos (conseguir una visa para Lhasa es complicadísimo y caro, porque a partir del 2010 tenés que reservar un tour y además tenés que conseguir un grupo de tu misma nacionalidad para recorrer las instalaciones de Potala, lo cual hace muy muy difícil siendo argentino recorrer Lhasa hoy día, y menos como viajero independiente). Entonces cuando planeé el viaje tenía tres opciones: desechar cualquier intento de tibetaneidad, ir a Amdo o ir a Kham. Después de mucho dudar, elegí ir a Kham. Y esa es la explicación por la cual fui a Chengdu.

Luego de irme de Pandas, agarré mis cosas y fui para la terminal de micros de Chengdu. Idealmente quería conseguir un pasaje a Kangding (o Dartsendo en tibetano) bien temprano para no llegar de noche, pero fue imposible, sólo había lugar en el último micro del día, a las 14 hs. Un chino bastante alto, de unos 20 años, tez trigueña, con camisa y pantalón de jean, con el pelo largo y enrulado y en un estado de higiene discutible gritaba "Kangding Kangding!" cuando me vio llegar hacia el micro. Se trataba nada más y nada menos que el chofer.  Como tenía pensado volver a Chengdu en unos días (tenía un tren a Xi-an desde ahí) dejé la mochila grande en el guardarropa de la terminal por un módico precio: 40 yuanes. También es posible ir de Chengdu a Kangding en avión, pero en invierno el aeropuerto está cerrado.
 

El viaje a Kangding dura entre 7 y 8 horas, por una ruta de montaña en su mayoría rural y en un solo carril. Lo que no te avisa nadie es que al parecer todos los tibetanos son camioneros. Es impresionante y emocionante la cantidad de camiones con leyendas escritas en tibetano. Bastante copadas de ver, también. Ahí realmente sentís que estás yendo a un lugar muy distinto a lo que viste en tu vida. El día que sea camionero (si ser sociólogo es ser tachero ser camionero supongo que será el posgrado) mataría por tener una.

El problema de la ruta y la cantidad de camiones es que puede que tengas colas de tránsito a 3500 metros de altura en la ladera de una montaña. Nuestro chofer (que a esa altura ya me había dado cuenta que no era un Chino han como la mayoría, sino que era justamente un khampa) con su estilo de conducción no hacía más que alimentar la  idea de que desbarrancar, chocar o morir eran posibilidades más que fehacientes. En Argentina quizás no manejamos bien, pero al menos tenemos miedo de chocar nuestro auto o tirarlo por un barranco. Así que le tengo que dar la razón en esta a los que dicen que viven con miedo (?).

Diez horas, casi cuatro caídas y casi cinco choques después llegamos a Kangding, capital de la prefectura de Garzé (el chino (?)), la más grande de Kham. No tenía donde dormir, y mi único contacto con el lenguaje había estado con Liam y Jackie, dos británicos que viajaban conmigo en el micro y miraban con la misma desesperación al chofer cuando se mandaba una de las suyas. Llegamos a eso de las 10 de la noche y había un vendaval de chinos y tibetanos ofreciendo alojamiento. Liam dijo que había conseguido unas camas por 40 yuanes. Le dije que me parecía bien y fuimos a unas muy muy humildes habitaciones, al lado de algo que parecía un taller mecánico. Básico y bastante descuidado por el paso del tiempo, pero no faltaba nada: cama, manta eléctrica, tv, termotanque eléctrico y letrina (si bien en la mayoría de China el inodoro llegó para quedarse, en el Tibet se vive y se muere de dorapa).

A esa hora comer ya estaba fuera de las posibilidades. A las diez las únicas luces prendidas son las de muy pocas casas y las cocinas cierran.

Sólo les voy a decir que prendí la tele y me emocionó mucho el ver las noticias con caracteres tibetanos en la pantalla.

Kangding, sita a 3000 metros de altura, es la capital de Garzé, pero la población no es completamente tibetana. De hecho, si bien los censos dicen que es mitad y mitad, realmente lo sentís como China con varios destellos de Tibet. Yo sabía que mucho para hacer en Kangding no había, pero la hora a la cual llegamos destruyó cualquier iniciativa de ir a primera hora a Tagong (Lhagang en tibetano), donde ahí se habla tibetano, se come tibetano, y se ̶i̶n̶m̶o̶l̶a̶  vive tibetano a más de 4000 metros de altura (y a lo largo del camino llegás a alturas de casi 4700 metros sobre el nivel del mar). Eso quedará para el próximo post.

Por lo pronto les cuento que la ciudad de Kangding está dividida por un río, la comida no tiene casi gusto (el lugar hace que la alimentación sea una cosa bastante básica. La sal está casi fuera de la dieta y la prioridad es no pasar hambre). No obstante hay pequeños vicios de occidentalidad: la tienda de café tiene una estética bastante parecida a los de occidente y allá también los smartphones llegaron para quedarse. Las casas intercalan una estética entre China y Tibetana, e incluso el templo lama de la ciudad parece perderse entre la etnicidad. La plaza del pueblo (que de verde no tiene nada, es un gran cuadrado de concreto) es el lugar donde las personas se reunen al caer la tarde. Mientras Jackie se quedó leyendo a George Martin, con Liam salimos a descubrir todo esto. 22 años, nacido e hincha del Coventry, salió con su novia a recorrer el mundo. Después de China querían llegar a Sri Lanka, tras un viaje que comenzó en octubre y terminaría en abril o mayo, segun sus cálculos. Un pibe al que le encantaba hablar de fútbol, de cerveza, y me explicó que el Full English Breakfast es así de salado y lleno de colesterol porque es el mejor remedio que los británicos tienen contra la resaca. Al anochecer, vimos una de las situaciones más inusuales que presencié en mi vida. En la puerta del taller había unos 10, 15 choferes tibetanos, perfectamente vestidos con sus gorras cowboy y camperas de cuero, empujándose y gritándose cosas entre sí. Liam le hace un gesto al dueño del taller, levantando los puños, del tipo "se están peleando?"  El dueño del taller asiente, y vemos como se desenvuelve la trifulca. Puteadas, algunas piñas, empujones, agite. Hasta que en un momento forman una especie de círculo que se va cerrando más y más....hasta que en un momento alguien grita "OK!", los 15 choferes pegan un salto, gritan "wiiii!" y se van corriendo hacia la terminal tomados de la mano, sonriendo. Liam y yo nos miramos, pusimos nuestra mejor cara de "(?)" y nos encogimos de hombros, sin entender nada de lo que había pasado. Buscamos al dueño del taller para pedir alguna explicación, pero ya no estaba. Creo que nunca vamos a entender que fue lo que ocurrió y está bien que así sea. Mejor pensar que los tibetanos son unos locos del carajo.


Al día siguiente, ahí sí, estabamos a las 6 de la mañana yendo al centro a buscar alguna minivan para llevarnos a Tagong, en un viaje de tres o cuatro horas. Conseguimos un par de panes sin gusto a modo de desayuno, y esperamos poco más de una hora a que se llene la minivan (con capacidad para seis). Esto es una práctica usual, y los choferes se van a pelear entre ellos para llevarte. No hay muchos turistas o personas que necesiten una minivan en marzo, y hay muchos pero muchos choferes. La tarifa estándar es 50 yuanes per cápita, pero hay quienes dicen que a veces tienden a cagarte y hacerse los boludos, aprovechando que juegan de local. A nosotros no nos pasó.

A las siete de la mañana seguía habiendo una luna impresionante, y el sol no parecía tener ganas de salir en breve. Había llegado la hora de conocer Kham.

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domingo, 1 de marzo de 2015

Viaje al Oeste


(Sí, este post lleva a los pandas)


No estaba muy entusiasmado por ir a Chengdu cuando planifiqué el viaje. Pero lo había pensado como un "mal necesario". Si quería ver pandas, casi que no podía evitar pasar por ahí. Y era muy difícil siquiera soñar con llegar a tierras tibetanas en Marzo sin dejar huella en la capital de Sichuan,también conocida como la ciudad del Weiqi (aquí conocido como el juego del Go. Chengdu es el único lugar en China donde podés aprender Go con clases en inglés)

Casi un año después y con los diarios de muchos lunes puedo decir que es una de mis ciudades favoritas de China. Se trata de una de esas conexiones que son difíciles de explicar racionalmente o incluso desde lo descriptivo. Pero  lugares desde la Plaza Tianfu hasta los edificios modernos de oficinas me parecían dignos de una mirada. Pero no tanto una mirada turística, sino desde una mirada hogareña. De las grandes ciudades de China, fue por lejos la que sentí como más relajada, más amigable, más íntima.   

Llegué a la mañana desde Shenzhen, y fue bastante fácil llegar al hostel. Ya más de dos semanas en China me habían afilado el más importante de los cinco sentidos: la geografía. Empecé a familiarizarme con los sufijos de puntos cardinales, y con algunas palabras. Por ejemplo, mi hostel estaba cerca de Renmin Bei Lu.  O sea, La avenida del Pueblo (Renmin Lu) del lado Norte (Bei). Si fuese Renmin Nan Lu sería del lado Sur. Así tenemos a Xi para el Oeste y Dong para el Este.  Entonces un shuttle desde el aeropuerto me dejó cerca de la avenida principal, de ahí un colectivo que iba derecho por la avenida principal y voilá.

Desempaqué, fui a comer algo y me tomé el subte hacia la plaza Tianfu. La línea de subte de Chengdu es una de mis favoritas (igual no hay con que darle a la de Beijing, es increible la distancia que podés hacer ahí tan sólo por 2 yuanes), no tanto por su recorrido, sino por tener estaciones con nombres fantásticos como "Incubation Park", "Hi Tech Zone" o "Century City". 

Para el 2020, en la línea 4 a inaugurarse, nos deleitarán joyas como "Higher Education Mega Center"  "West New Town West" (sic) entre otras.

Tianfu tiene la estatua de Mao más grande de China y en lo referido a tamaño, es casi tan grande como Tiananmen. La estatua da la espalda a la politécnica de Sichuan, y al este de la estatua está el camino hacia el parque del pueblo (Renmin Square) 

El parque fue de las sorpresas más agradables de mi viaje. De tanto caminar y recorrer, a veces te olvidas que está bueno que pasen un par de horas mientras te tomás un té frente al lago. Ahí ves como viven de verdad las personas. Grupos de hombres y mujeres de todas las edades juntandose a tomar el té, adultos mayores haciedno lo mismo, contemplando el verde. Malabaristas que son muy muy buenos en lo que hacen (había un señor que se ponía botellas de cerveza sobre un palo que sostenía con la boca y las apilaba). Hasta te ofrecían un servicio de limpieza de orejas con un par de pinzas gigantes. No me animé, pero debe ser una experiencia interesante. Cuando estaba por irme, una señora de unos 70 años que tomaba té me sonrío y me preguntó en perfecto inglés?
-"Where are you from?"
-"Argentina"
-"Oh, so you´ve come a long way to be here. Welcome to Chengdu, I hope you like it"
Sonreí , le agradecí y seguí camino, al monasterio Wenshu. Era lindo, pero mi cabeza estaba puesta en otros monasterios que debía visitar más adelante.

A la noche salí a caminar por la ciudad, asombrado por lo barato que salía todo y lo moderno que parecía. Charlé un rato con Benjamin, de Filadelfia. Charlamos de los Sixers, de los Flyers (los equipos de básquet y hockey de la ciudad) y me contó que era un periodista que hacia freelance de noticias internacionales para un diario de EEUU. Y el avión de Malaysian air obviamente, se hizo presente en todas las conversaciones. El avión cambió 100% la agenda para todos los expatriados periodistas que vivían ahí.

También fui para Leshan, donde está el Buda tallado más grande del mundo. 70 metros de puro Buda. No le tenía muchas expectativas, pero realmente es algo imponente. También hay un pequeño paseo con estelas de piedra, pero el buda es la atracción obvia. Aún así, creo que me gustó más el buda de Hong Kong, si bien era más chiquito, el estar en la cima de una colina y la panorámica que te daba de la isla era algo fantástico. Leshan queda a 75 km de Chengdu, entonces tenes que ir en un micro. De ahí llegas a Leshan, que es una ciudad bastante simple (aunque nuevamente, para los estándares chinos, seguro tiene un millón de habitantes) y de ahí la línea 13 te lleva al Buda. En el camino encontré el cartel más fantástico de mi viaje. En las fotos se darán cuenta de cual estoy hablando.


Lo que todos quieren ver
A la vuelta, un par de pibes chinos se coparon hablando conmigo. ´Recuerden que cuando les digo hablando, generalmente me refiero a : nos pusimos a chatear via celular porque no llegabamos a ningún lado con el lenguaje. Me contaron que vivían en Chengdu y habían ido de excursión por el finde a Leshan. Se sacaron un par de fotos conmigo y nos quedamos hablando de básquet. En China es un deporte súper popular. Tanto que cuando volví al hostel estaba lleno de Chinos viendo la final entre los Beijing Ducks y los Xinjiang Flying Tigers. Se vivía un clima de superclásico. Ciertamente parecía serlo. El ex NBA Stephon Marbury fue elegido como el MVP de los Ducks, que terminando siendo campeones. Bien por Starbury, que es uno de tantos que dejó la NBA para seguir una carrera en el básquet oriental. La liga China desplazó a la europea como receptora de talentos NBA que abandonan la liga más grande de todas. No es poco.

Saqué pasaje para Kangding, el próximo destino, pero antes de irme, me fui de pandas (y red pandas). 

El monte Emei, el monte Qingcheng (cuna del Taoísmo) y el dique de irrigación de Dujiangyan no los pude ver por una cuestión de tiempo. Pero volvería a Chengdu para visitar a los pandas otra vez, tomar un té en el lago y conocer esos lugares.

Las fotos, como siempre:  https://www.flickr.com/photos/alosconfinesdelmundo/  Esta vez tenemos 3 álbumes.

El Gran Buda de Leshan
Disfruten el Pandamonium (y red pandamonium!)

sábado, 7 de febrero de 2015

Un taxi hubiese sido más barato.

Se hacía tarde en Macao y tenía que volver a Hong Kong a buscar mis bolsos y volver a China. A las 22:20 tenía un vuelo a Chongqing desde la ciudad fronteriza de Shenzhen (pronunciense Chongching y Yendzen).

El plan era pasar un día en Chongqing para ver el curso del río Yangze, quizás pasar por las cuevas de Dazu y de ahí ir a Chengdu en un tren que no demoraba más de dos horas.

Agarré los bolsos y me fui por donde vine. Con el MTR me despedí de Hong Kong, subiéndome a las175 y monedas de la tarde, y llegando a eso de las 18:30 a Lo Wu. Podría haber ganado tiempo e ido a Lok Ma Chau (la frontera con Futian, que en teoría corta más camino que Lo wu/Luohu) pero opté por lo seguro.

Yo había visitado una frontera semi muerta a la ida, producto de haberla cruzado cerca de la medianoche. (De hecho, tanto las fronteras de Luohu y Futian cierran a la medianoche, por lo cual queda sólo un paso abierto, Huanggang, que está fuera del transporte público, salvo por el colectivo 338 que tendrá su papel en esta historia).  Al día de hoy me cuesta explicar explicar la cantidad de mercadería y cajas que vi a la vuelta. Todo el mundo desesperado agarrando su mercadería y haciéndola pasar a través de la frontera. Había más productos que personas, casi sin dudar. Una vez atravesada la frontera, eran las 8 de la noche casi, y yo tenía que ver como llegar al aeropuerto. Sabía que tenía esos colectivos que por 20 yuanes tardan 40 minutos, pero pensé que podía haber más tráfico y tampoco los veía por ningún lado. Un taxi me parecía una opción antieconómica y pensé que llegando nueve y veinte iba a estar bien.

Entonces me metí en el subte, cuya terminal del otro lado era el Aeropuerto Internacional de Baoan.

Felicito a los chinos por hacer un subte con 45 estaciones en una hora y media y una distancia de más de 30 km. Sin embargo, no fue suficiente para superar el quisquilloso Check-in (una hora y cuarto antes del vuelo cerró el checkin para un viaje doméstico. Y pensar que había hecho un checkin 5 minutos antes de partir a la mañana de ese mismo día!).

Al margen de eso, yo ahí me pasé de ganso. La opción segura, pese a todo, era el taxi. Y yo confié demasiado en la omnipresencia subterránea china. Cuando vi la cantidad de estaciones que eran, podría haber tenido un acto de valentía y bajarme a mitad de recorrido buscando el milagro. El tema es que tampoco sabía muy bien donde bajar! Al tratarse de una ciudad absolutamente desconocida y enorme no parecía haber algún lugar idóneo donde pudieras encontrar un taxi. Entonces seguí en el subte, rezando por lo mejor.

Llegué nueve y media, y había una combi que te llevaba gratis al aeropuerto. Tras una subida por una autopista que parecía sacada de Tron,  llegué 21:35, suficientemente tarde para que me dijeran que había perdido el vuelo.

Quise sacar otro pasaje de emergencia, pero no aceptaban tarjeta (no, ni siquiera en los aeropuertos). Para colmo de males, me dijeron que el aeropuerto cerraba a las 2 am, así que tampoco era una opción quedarme ahí a dormir a ver como resolvía esto.

Entonces, tipo 10 y media me fui preocupadísimo por lo que iba a hacer y ofuscadísimo por haberme tomado aquel subte en lugar de viajar en taxi. Agarré la combi de vuelta y en la estación de subte (que ya había cerrado) en medio de la nada también estaba la parada del 338. Me subí a ese colectivo, que no tenía la menor idea para donde iba, y escribí en el celular "hola, estoy solo, triste y perdido, me decis donde queda un hotel barato donde pueda pasar la noche?". La chofer (porque recordemos, en China la proporción de choferes es bastante pareja) me indicó al llegar a un suburbio cerca del aeropuerto que me bajara y probara suerte por ahí. Es muy probable que yo haya sido uno de los primeros turistas en años en ese barrio.  La cara de sorpresa del pibe del hotel cuando me vio no me la olvido más. Pagué por una noche y me fui a planear mi próximo movimiento. Pero el milagro estaba hecho. De pasar de estar en medio de la nada y perdido en la noche había llegado a un lugar donde podía pasar la noche

Al ser mi primer noche en un hotel, tenía acceso a objetos nuevos, a diferencia de un hostel. Principalmente, una TV. La encendí y para mi sorpresa había algo así como una novela de esas románticas donde eran todos militares, y algo que parecía ser un reality de caligrafía/deletreo. Parecía ser el season finale: estaban la Malena Pichot china, un hipster genérico chino y un niño genio, de esos menores de edad con camisa y sweater que son el orgullo de papá y mamá. Los jueces también eran tres: la Any Ventura china, alguien que parecía ser el Mediavilla chino, y un negro con rastas y una bandana (?). La cosa era así, les dictaban un ideograma y tenían que representarlo y escribirlo. Y terminó ganando el pibito. Era un reality porque mostraban como a lo largo del programa quienes fueron eliminados (primero Malena y después el hipster finalista, coronando a nuestro joven gurrumín) fueron creciendo y desarrollando sus talentos en diferentes emisiones, lo cual da una idea de continuidad, y no de ser un programa de juegos aislados.

A lo largo de esa noche, lo pensé mejor y conseguí, nuevamente por Ctrip, un pasaje a Chengdu desde Shenzhen vía internet, el martes a la madrugada. Lo cual implicaba que iba a pasar un día más en Shenzhen. También pude cancelar el pasaje que no usé, así que recuperé una parte de esa plata y pude pagar con tarjeta, así no ponía en riesgo mi limitado capital yuánico. Ctrip corazón. También mandé un mail a mi hostel en Chengdu diciendo que iba a llegar un día más tarde de lo planeado. No me cobraron esa noche, en un gesto de buena onda.

Tenía dos opciones para el día siguiente: ir a los jardines botánicos de Shenzhen, de los más lindos de China según los que saben, o recorrer el museo de arte moderno del OCT y Window of the World, parque de diversiones epítome de la locura China: modelos a escala del Taj Mahal, la Acrópolis, el Coliseo, la torre Eiffel, etc por doquier.

Apenas puse un pie en la calle durante el día me convertí en la atracción del barrio. Dicen que hay muchos chinos que sólo conocen un extranjero en toda su vida. Imaginen la sorpresa de varios de ellos al ver un caucásico en su humilde Lugano 1 y 2. Todo el mundo mirando, pero con muchísimo respeto y sonrisas. Fotos, sonrisas y montones de "hello!" se repitieron durante el día.

Fui a pedir un chau fan a un restaurant chiquito y uno de los pibes que estaba ahí y se defendía con el inglés, preguntó como carajo había hecho para terminar ahí. Shenzhen, suburbio marginal al margen, es una de las SEZ (Special Economic Zone) y una de las que más creció a nivel mundo en los últimos años. Está previsto que sea la próxima megalópolis China, y pionera de la industria informática, que ya tiene varios angloparlantes nativos y extranjeros insertos en ella.

Gracias al google translator nuevamente pude arreglar con el muchacho del lobby para que me consiguiese un taxi para ir al aeropuerto. El vuelo a Chengdu salía a las 7:50 am. Me despertó a las 5:15. Y lo bien que hizo. Consiguió un taxi minivan para varios que ibamos desde el hotel y llegamos a las 6:20 al aeropuerto de Baoan.  Hice el Checkin in Hainan Islands Airlines (les comenté que casi todas las provincias chinas tienen su propia aerolínea?) y listo.

No conocí Chongqing, pero al menos aprendí algunas cosas de Shenzhen. Cuando de acá a 50 años ella y Shanghai dominen al mundo no digan que no les avisé (?)


Por cierto, el OCT estaba cerrado y Window of the World era mucho más barato a la tardecita que de día, pero cuando volví me sentí muy mal y me quedé en el hotel hasta que se hizo de noche.  Por eso casi no hay fotos de mi estadía en el Shenzhen. Como hay pocas fotos, las explico. Algunas son del barrio donde estaba, otras del OCT y de Window of the World, y las símil tetris son del piso del eclecticísimo aeropuerto de Baoan.

https://www.flickr.com/photos/alosconfinesdelmundo/

Spoiler: Próximamente estaremos hablando de Pandas. Mientras tanto, una muestra del delirio de Window of the World