viernes, 21 de agosto de 2015

Escorpiones fritos

Último día. Llego a las 8 de la mañana a la estación de Beijing tras dormir como un tronco en la litera (hard sleeper) las 12 horas de viaje. Leí un poco, pero esta vez dormí temprano y me levanté igual de temprano. El tren fue infinitamente más moderno pero el viaje fue más aburrido y con menos eventos que cuando fui desde Chengdu. Por cada compartimiento hay solamente espacio para tres literas, entonces ya de por sí las limitaciones espaciales eran más evidentes a la hora de las interacciones.
Llegué a Beijing con la determinación de visitar los lugares a los cuales no había podido ir en mi primer paso por la ciudad: puntualmente el Templo Lama y el mercado nocturno de Donghuamen.  Entonces, subte, un par de combinaciones y llegamos a la estación de la línea 5 (o era la línea 2?) del Templo Lama.

El Templo de Yonghe (como también es conocido) se caracteriza por ser el mayor exponente de la lamasería China afuera del Tibet.  La misma arquitectura del templo delata que se trata de una mezcla entre las arquitecturas china (han) y tibetana. Ya al entrar, junto a la entrada te regalaban un mini cd con algunos mantras para meditar, lo cual me pareció un lindo gesto. Me gusta cuando te compensan materialmente el costo de la entrada (el mapa del templo del cielo y el mini cd son mis "souvenirs" favoritos en este sentido).

El templo en si está adornado con los típicos nombres espirituales chinos, del tipo "la sala de la protección eterna", "la sala de la rueda de la vida" o "el pabellón de las diez mil felicidades" entre otras. En una de las salas hay una estatua de 26 metros de madera blanca de un Buda maitreya. Lo más destacable es que supuestamente está hecha de una sola pieza de material. También se ven a los peregrinos que queman incienso en los patios. El templo es un lindo lugar para pasar una hora, pero no mucho más.

A pocos metros, sin embargo, me iba a llevar una sorpresa. Teniendo tiempo libre para quemar, resulta que me había topado con el templo de Confucio. Si bien el templo y el mausoleo de Confucio están en la ciudad de Qufu, Beijing también honra al sabio con una estructura. Después de mucho dudar, decidí entrar. Y fue una de las sorpresas más agradables de mi viaje. Las estelas de piedra con las enseñanzas de Confucio, su historia, su vida, es un espacio de aprendizaje super interesante acerca de la historia, la geografía y la filosofía de China. A quienes nos gustan las ciencias sociales y las humanísticas, el templo-museo es un lugar maravilloso.  También vi que había gente usando barbijos, extranjeros y nativos por igual. Eso significa que se trataba de un día con alerta de polución. Me habían avisado antes de ir a China que la polución era un problema serio y a veces se tomaban medidas que nos parecían ridículas, como poner carteles que muestran un día soleado para darle la ilusión a las personas que el cielo puede ser agradable. Lo cierto es que no vi de esos carteles, pero sí puedo decir que los barbijos me parecieron algo exagerados (dale man, sos turista, bancate un poquito de smog en los pulmones, viví la experiencia China (?)). Sin embargo, viendo el efecto que el smog dejó sobre el sol, me convencí que el apocalipsis podía estar justificado: el sol estaba teñido de un rojo intenso, uno que nunca había visto antes a media mañana. Ni a media tarde, ni a media nunca.


                                                           Templo Lama, Beijing

Después del templo y de recorrer unos hutongs (callejones) , fui al Mercado de la Seda, pero con la intención de no comprar nada porque no había efectivo. Vendría a ser como una salada de Beijing. Pero lo cierto es que si no tenés ganas de ir a comprar no tiene sentido que vayas. De ahí caía la tarde y ya se encendían las luces del mercado nocturno de Donghuamen. A diferencia de Taiwán, Hong Kong, Bangkok o Singapur, China no se destaca por sus ferias nocturnas. Donghuamen es la excepción: puestos de comida exóticos, gente cantando en la calle y cosas que nunca había visto antes en una brochette o un plato: orugas, ciempiés, estrellas de mar, entre otras.... como las Azúcar Moreno dijeron hace tiempo ya, sólo se vive una vez (hoy norteamericanizado en el acrónimo YOLO). Así fue como me terminé pidiendo una brochette de escorpión, al mejor estilo Marley. Lo que sigue puede resultar fuerte para algunos, así que están advertidos.

Los escorpiones están insertos en un palo, pero están vivos: ves como mueven la cola de un lado para el otro. Me di cuenta de esto después de pedirlos.  El Probablemente no hubiese pedido los escorpiones de haberme avivado antes. La cocina China es particularmente cruel, y este era un ejemplo más de ello.  Ser vegetariano debe ser difícil acá. Es un poco irónico, porque pese a que la carne no es buena, la gastronomía China en vivo y en directo suele mostrar como se preparan los platos, con los ingredientes frescos. 
El cocinero, entonces, agarró los escorpiones, los puso así como estaban y los frió. Definitivamente me sacó las ganas de comerlos, pero en honor a la verdad, no sabían mal. Sabían a frito y punto. No eran ni particularmente agradables ni desagradables porque casi no había gusto carne. Algunos dicen que tiene gusto parecido al del pollo, pero lo cierto es que la fritanga tapa todo. Además de los puestos de comida, también hay personas cantando y haciendo performance en la calle, con micrófonos, escenarios y todo.

Se estaban haciendo las nueve de la noche y yo tenía que empezar a ir pensando en como llegar al aeropuerto. Así que decidí irme como vine. De Donghuamen a Dongzhimen (a todo esto, como no paré en ningún lado llevé todo el equipaje conmigo durante todo el día), pero antes de irme...pasé por un minimercado, el cual había visitado en mi primer día en Beijing, en medio del estupor de no saber que hacer al llegar y donde no tuve un intercambio comunicativo provechoso o funcional siquiera, particularmente por mi desconocimiento del idioma y de la ubicación. En mi último día, me pareció bien gastar unos últimos yuanes en unas empanadas (porque todo bien con los escorpiones, pero no son algo que te llene exactamente) y algo para tomar. La diferencia, no sólo de vocabulario adquirido sino también de confianza a la hora de manejarme, era abismal. Definitivamente había aprendido muchas cosas durante este tiempo en China, pero más allá del idioma, sino respecto a mi como viajero y como persona.

                                                                       It´s feedin´time.

Llego a las 11 vía airport express desde Dongzhimen al aeropuerto de Jichang. El vuelo a El Cairo sale a las 01:45, con escala en Doha a las 5am hora local. Si me apurás, es la mejor hora para viajar, subirte un avión, un tren o lo que sea. A la noche es todo más...encantador digamos, como que tiene otra mística propia. Antes de hacer el embarque, veo la foto de un panda en un traje de astronauta. Estás solo en un aeropuerto a la 1:30 am y tu última imagen del país es un panda en un traje. Imposible olvidar un lugar así. A pesar de tu tofu fermentado y tus menúes ilegibles, ni aunque me agarre Alzheimer voy poder borrar toda esta experiencia. Ojalá pueda volver algún día, pero si no tengo esa suerte, con gusto me junto con ustedes a charlar un rato sobre China si tienen pensado ir para allá.

Ahora sí, cerca de las 2 a.m., subo al vuelo de Qatar, cinturones, formalidades y listo, nos vamos para África. En teoría iba a llegar a Al Qahirah cerca del mediodía. Cuando hice la escala ahí no me gustó mucho lo que vi. A ver si las perspectivas cambian después de haber pasado un tiempo en China.

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