jueves, 12 de diciembre de 2013

El ego de los sabios.

Nos enloquece la sabiduría:
nos vuelve mejores personas
mejores amantes,
mejores contempladores
Nos llenamos de sentido
y nuestros sentidos se llenan, se perfeccionan...
aunque fuésemos sordos
nuestro oído sería perfecto.
No sólo somos sabios,
también somos dextros,
somos precisos,
somos arrogantes.
Nos encantan las respuestas
Nos encanta el respeto
y el color del halo que creamos.
Pero no es por eso que somos sabios:
la sabiduría nos permite
observar el mundo
que quizás no podamos ver jamás.
Los sabios no suben a la montaña para ver el paisaje
y esperar una epifanía.
Sino que con el alcance de su mente
ya se ubican ahí para retratar la escena.
Y ver es más sincero que imaginar,
porque la sabiduría no es imaginar,
la sabiduría es estar.



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