jueves, 19 de diciembre de 2013

Otra perspectiva de la luz.

17 de diciembre de 2013. 22 horas y monedas.


Se cortó la luz por segunda vez en el día. Pero esta vez era serio, se trataba de un corte general. Intento dormir una siesta pero los vecinos están puteándose entre ellos, de edificio a edificio, como una especie de reunión de consorcio a cielo abierto.

Los insultos siempre contenían la palabra “Cristina” en las oraciones. Ejemplos: “Gracias a ustedes que votaron a Cristina estoy sin luz, hijos de puta” o “Cristina te va a traer la luz, ignorante” y así.

Después de abortados mis planes de dormir, a eso de las once de la noche, se empiezan a escuchar cacerolas, y movimientos en la calle. Mi hermano Lucas me dice para salir de su aburrimiento “Che, Scioli, vamos a andar en bici un rato por el barrio a romper las pelotas, o al menos a ver qué onda? . Desde que me quebré un par de dedos de mi mano izquierda, la útil, mi hermano decidió apodarme así. Lo que sí creo que no entendió que no iba a poder andar en bici junto a el.

Me calcé mi camiseta del Sao Caetano, la arremangué y salimos a patear.  Fuimos a comprar unas birras. El almacén de la vuelta de casa estaba cerrado, así que fuimos a otro que quedaba a cuatro cuadras. En el trayecto por Yerbal, paralela a las vías, pasamos por el único edificio que tenía las luces prendidas en cuadras a la redonda: el telo de la esquina de casa. Tenía las luces prendidas merced a un grupo electrógeno, que estaba funcionando a más no poder. Salía humo que llegaba hasta mitad de cuadra más o menos. Paréntesis: en google maps figura el telo del barrio y no la estación de tren de Floresta que está a dos cuadras. Supongo que el albergue tenía que mantener su reputación, por eso seguía funcionando pese a los imponderables de Edesur. De más está decir que el trayecto por las vías a oscuras era una experiencia encantadora. Floresta luz de luna.

Hablando de Edesur, al llegar a Carrasco y Rivadavia, vemos a un helicóptero suspendido en el aire en el mismo punto, señalando con sus reflectores la central de Edesur de Lacarra y Alberdi. Horas después nos enteraríamos que los vecinos prenderían fuego dicho edificio. Pero no fuimos hacía ahí. El kiosko del paraguayo quedaba para otro lado. Con su cara de pocos amigos de siempre, nos dio dos Quilmes y nos fuimos por donde vinimos. Al volver a pasar por el telo seguimos escuchando el motor funcionando, pero las luces ya no estaban encendidas. Nos afincamos en el paso a nivel de Yerbal y Gualeguaychú, abrimos las birras e intenté prenderme un pucho. Ahora que soy Scioli mis hábitos de tabaco cambiaron bastante en lo que a posturas se refiere.  Aprovechamos la ocasión para invitarlo a Eddie (@vendecubitos, háganse un favor y síganlo), amigo de toda la vida, y cohabitante de nuestro edificio a sumarse a la velada.

Corría la primer Quilmes, cuando comenzaron a volver las primeras luces. Del lado norte de las vías, sobre Venancio Flores. "Los chetos", como siempre les decimos, los que siempre tienen luz antes, espetábamos con todo nuestro resentimiento geográfico. La escena ya no estaba 100% a oscuras pero seguía siendo preciosa.

Desde las vías empezamos a ver movimientos raros. Los colectivos estaban doblando por alguna razón en Yerbal y comenzaba a congestionarse la calle a eso de la medianoche. Cuando de repente, un 92 se mandó un giro en U en plena Rivadavia, volviendo por donde venía, hacia el oeste. Resultó ser que en Rivadavia y Mercedes los vecinos habían decidido incendiar tachos, protestar y cortar la calle. Los colectivos que venían desde el oeste hacia el centro no tenían manera posible de desviarse, a raíz de las vicisitudes del barrio y la falta de giros posibles. Entonces comenzó el espectáculo: bondis yendo en reversa, "a lo moonwalk", mientras se demoraban sus buenos instantes en girar aparatosamente en U, otros que casi se tocan, otros que se mandaban a contramano por Gualeguaychú, uno que casi se traga una confitería intentando girar, autos particulares haciendo lo mismo...caos y movimientos inverosímiles por doquier.

A todo esto Yerbal ya presentaba embotellamientos. La razón? Los autos seguían intentando entrar al telo (mientas todo el tránsito de Rivadavia hacia el este había ido a parar a la callecita de una mano), que a raíz de la falta de nafta para el grupo, había decidido dejar de prestar servicio. Consecuencia? Autos esperando para intentar ingresar al establecimiento mientras unas 30 personas habían sido evacuadas al haberse considerado terminados sus turnos. Mientras tanto el edificio seguía echando humo. Las parejas expulsadas parecían contentas de todas formas, pues comenzaban a dispersarse tomadas de la mano (aunque en un momento pasó un número impar por la esquina donde estábamos, lo cual me pareció raro), otras por su parte intentaban salir en auto por el mismo lugar donde otros querían entrar... Otros más testarudos, por decirlo de algún modo, trataban de convencer al sereno que los dejara entrar: la falta de luz no los iba a detener en su objetivo. Quise sacarle una foto a los evacuados (después de todo, nunca vi tanta gente junta saliendo de un telo en mi vida) pero recordé que no había luz.

La escena nos parecía maravillosa. Se la relaté a una amiga por whatsapp, y le pregunto en un momento: ¿che, esto es fantástico de verdad? ¿o es una re boludez que me emociona mucho?.  Me dijo que efectivamente, era una re boludez  pero que estaba bien, era una forma de alimentar mis emociones.

Le expliqué que las vías de Yerbal y Gualeguaychú eran algo así como mi santuario. Ahí crecí, ahí tomé mis primeras birras, ahí siguen parando mis amigos de la primaria, ahí apostábamos sobre que autos que se mandaban por Yerbal iban o no iban a entrar al telo. Creo que ahí me di cuenta que cualquier cosa que pasara por Yerbal me iba a parecer maravillosa. De alguna forma siempre pasaba algo, por menos trascendente que pudiera ser. Y con eso alcanzaba para distraernos.

Dijeran lo que dijeran, a mi me iba a resultar increíble la secuencia del telo prestando servicio ante la emergencia energética, la evacuación masiva, el fuego en Rivadavia, los autos haciendo cualquiera...y nosotros viéndolo todo con un par de cervezas. Y todo a la vuelta de casa, después de medianoche, en ese barrio que no pasa nada, donde los almacenes todavía están abiertos.

Minutos después se hizo la luz en el lado de Yerbal, mientras que se cortó en Venancio Flores. Festejamos la victoria de los oprimidos ante los chetos. Si bien creo que ya nos habíamos encariñado con la penumbra. La noche seguía encantadora. La prueba inobjetable de ello era que el telo volvió a abrir sus puertas, para jolgorio de los nuevos ingresantes. Cuando llegamos a casa a eso de la una, vimos que aún seguíamos sin luz, por más que la calle ya estuviera iluminada.

Ya iba a volver, pensé.



(Yerbal y Gualeguaychú, foto de otra noche, el telo está del lado izquierdo, tapado por unos árboles)

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